Un atraco al deseo (Sergio Marquina Y Alicia Sierra)

capítulo 31

-mama me pica mucho- se quejó la niña mientras marcaba sus uñas en su cabeza debido al picor.

-no te rasques Victoria sino el tinte no funcionará en tu cabello- le dijo mientras impregnaba el pelo de su hija con la mezcla.

-¿por qué me tengo que cambiar el color de mi pelo? A mí me gusta el mio-

-Pues porque ahora tenemos que ser morenas, para despistar a los malos- intentó explicarle un poco la situación.

Desde que su suegro puso la denuncia por secuestro, Alicia no podía dejar de pensar, la foto de su hija había salido en los noticieros de España, y si estaban buscando a una niña pelirroja, su hija ahora sería una niña morena.
Por un lado estaba tranquila, ahora vivían a las afueras de México en un peculiar pueblo que estaba situado en medio de un paraje desértico. Para ser un pueblo apartado tenía de todo para poder vivir cómodamente y es una de las cosas que más le habían gustado a Alicia, no era como vivir en pleno centro de Madrid pero si que había un supermercado, un parque, hasta incluso hacían una pequeña feria de libros los miércoles por la tarde.
Pronto descubrieron que todos los vecinos estaban bastante unidos, hacían barbacoas los domingos, reuniones y fiestas propias del pueblo. 

Ambos se dirigían hacia el colegio que para ser uno apartado gozaba de tener varios premios en varias categorías, Sergio y Alicia entraron por la puerta, los dos de la mano, ella se disgustó bastante al ver que en los nuevos DNIs Victoria llevaba el apellido de ambos simulando que era hija de ellos dos. Al profesor se le ocurrió que todo sería más fácil si se hacían pasar por un matrimonio común el cual buscaba colegio para su única hija, lo que le llevó a un pequeño enfado con la pelirroja.

-hola buenas tardes- dijeron ambos al entrar al despacho del director.

-buenas tardes- dijo el hombre amablemente mientras extendía su mano en forma de saludo.

-Soy Antonio Loret, el director de este colegio, ¿os acabáis de mudar aquí verdad?-añadió el hombre.

-Sí, hace un semana y ahí estamos terminando la mudanza- le dijo la pelirroja mientras le entregaba los papeles que le pidieron en secretaría.

Tardaron un poco en hacer el papeleo para matricular a la pequeña pero Alicia salió feliz, ya por fin su pequeña iría al colegio.

-vámonos cariño- le dijo su madre dándole la mano la cual estaba esperando fuera del despacho.

-¿ya puedo venir al colegio mañana?

-Sí- le dijo Alicia a lo que la niña respondió con emoción abrazándola y el corazón de Alicia daba brincos por ver a su hija feliz.

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La leve luz de un coche iluminando su habitación la hizo despertarse, asomándose a la ventana que estaba cerca de su cama pudo ver cómo de aquel coche se bajaba la hija adolescente de los vecinos en plena madrugada, seguramente ella iría sin hacer ruido procurando que los padres no la viesen llegar a esas horas y menos bajando del coche de su novio.

Dios, menos mal que queda demasiado para que Victoria haga eso. Pensó para sí misma.

Ya no podía conciliar el sueño, levantándose se dirigió hacia la cocina para beber un poco de agua. Escuchó unos ruidos en la parte de abajo y rápidamente cogió un candelabro que adornaba una mesita que había en el pasillo. Bajando las escaleras con cautela y algo asustada, se acercó hacia la cocina y pudo ver la mesa llena de papeles, mapas y anotaciones, el profesor estaba escribiendo algo en un papel bajo la leve luz de unas velas. Alicia suspiró aliviada mientras él no levantaba la cabeza de sus apuntes. Dejando el candelabro encima de la estantería del salón, pasó en silencio al lado de él para ir a la nevera a tomar agua fría. Sirviéndose el agua colocó su mirada en las notas de Sergio, en realidad él llevaba días pensativo y distante, y eso activó la duda en ella aunque sabía que había estado bebiendo ya que no pasaba desapercibido su hedor a alcohol.