Sus ojos se abrieron de repente al terminar la pesadilla que ya se sabía de memoria. Nunca jamás había sentido tanta ansiedad al soñar algo y siempre un mal estar se apoderada de ella. Soñar todas las noches con su difunto marido no la dejaba descansar, ver su cara a detalle y seguidamente recordar lo vivido era como sentir el dolor de una herida hundiéndose en agua salada. Se levantó de su cama y miró hacia su hija la cual dormía a su lado, la pequeña dormía plácidamente entre las cálidas mantas, últimamente se había pasado los días emocionada hablándole a su madre de lo bien que le iba en el colegio y cuánto le gustaba la casa donde vivían ahora, recordando eso, una amplia y fugaz sonrisa se dibujó en el rostro de Alicia. Se colocó sus suaves zapatillas y se cubrió con la fina bata de su pijama de seda, observó por la ventana de la habitación cómo las luces de la casa de enfrente estaban encendidas y mirando el reloj, el cual marcaba las cinco de la madrugada, le pareció bastante extraño.
Acudió al baño a lavarse la cara y mientras el agua rodaba por sus mejillas mojando sus marrones pecas, se permitió llorar, sentía rabia por ella misma al no poder superar del todo la pérdida de Germán, habían pasado años, ¿enserio era tan débil cómo para todavía estar así? pensó juzgándose a sí misma. Pasó sus manos por el rostro con gran desesperación y abriendo la llave de la ducha intentó relajarse con un baño caliente pero las lágrimas salían sin parar mezclándose con el agua. Tras secarse y envolver su cuerpo en una toalla salió del baño y al ver a Sergio en la puerta bajó sus ojos llorosos al suelo.- ¿estás bien?- preguntó él mientras acariciaba levemente los brazos aún húmedos de la pelirroja.
El roce de sus manos en su piel hizo que sus latidos se aceleraran y aunque ella no sabía qué era lo que le pasaba con el profesor, en aquel momento supo que sentía por Sergio mucho más de lo que se imaginaba.
-Si, estoy bien, sólo me he desvelado- contestó brevemente ella.
Se dirigía hacia la habitación para volverse a dormir pero Sergio agarrándola por el brazo la detuvo.
-¿Alicia por qué no me cuentas que te pasa? llevas noches así-
-ya te he dicho que no me pasa nada gafotas
- ¿por eso estabas llorando en el baño?¿porqué no te pasa nada?
- ¿me has estado espiando o qué?
-tus lloros me han despertado.
La barbilla de Alicia comenzó a temblar y sin poder evitarlo, unas lágrimas escaparon de sus ojos delante del profesor.
-Alicia, traquila- le dijo mientras sostenía el rostro de ella entre sus manos.
-No te voy engañar, no estoy bien- confesó ella mientras colocaba sus manos encima de las de Sergio.
- escúchame, mientras este yo aquí, no voy a permitir que estes así, ¿me has escuchado? ¿en que quedemos, lo recuerdas?
-Tú no me vas a dejar caer- sentenció la pelirroja mientras secaba sus lagrimas.
-eso es- dijo él mientras sus manos seguían en el rostro de la pelirroja.
La mirada de ella se desvió hacia los labios de Sergio y él miró los de ella, sus respiraciones se agitaron antes de que ambos se fundieran en un profundo beso en el cual los nervios se complacían. Sin despegar sus labios, fueron hasta el dormitorio cayendo en la cama, devoraban sus labios con ansiedad y entre los brazos de Sergio ella pudo sentir como los pedazos de su alma se arreglaban. La toalla que cubría el cuerpo de Alicia rápidamente desapareció quedando su desnudez descubierta ante el otro. Alicia sin pensarlo acariciaba cada rincón de él mientras que el profesor quedó desbocado ante la intensidad con la que ella lo besaba. Sus manos se enredaron en el largo y rojo cabello de Alicia y pronto pudieron sentir cómo sus cuerpos se volvían uno en aquella noche en donde de ellos explotó la atracción física y emocional que ambos se empeñaban en ocultar.
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Un atraco al deseo (Sergio Marquina Y Alicia Sierra)
FanfictionDespués de cinco años del atraco al banco de España, Sergio Marquina sigue con su vida de ladrón en la cual dejar de planear nuevos robos es tarea imposible para él. Tras varios años y para sorpresa de él su camino se cruza nuevamente con Alicia Si...