Kim se encontraba en su habitación pensando en la vez que Chay fue a la casa principal, pensando en lo diferente que se veía y en lo diferente que se comportaba.
¿Dónde había quedado su pequeño Porchay? Aquel adolescente con tierna sonrisa que alegraba sus días cada que lo veía, aquel que logro robar su corazón y hacer que quisiera cambiar todo de él. Al parecer ese Chay había muerto.
Pues el que se encontraba en alguna parte no era su Chay era un completo desconocido. Kim estaba más que sorprendido, estaba enojado ¿Quién fue el maldito que hizo cambiar tanto a su Porchay?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos toques en su puerta, rápidamente se paró abrir viendo que se trataba de Porsche.
—¿Puedo hablar contigo?— era la primera vez que se dirigía hacia él.
—Claro, adelante.
Kim se hizo a un lado para poder dejar pasar a Porsche quién se mantuvo de pie en medio de la habitación.
—Si quieres siéntate— invito Kim— Está la silla del escritorio.
Porsche agradeció ese acto, seguido para sentarse en aquella silla no tan cómoda pero de igual manera no pensaba estar ahí por mucho tiempo.
—Quiero hablar sobre Porchay ¿Porque reaccionó así contigo?
Kim se sorprendió por la pregunta de su cuñado no tanto por el hecho de como reaccionó Chay si no su nulo conocimiento sobre su relación con el menor.
—¿No lo sabes?— pregunto aún incrédulo.
—¿Que tendría que saber?
Kim no estaba seguro si contarle toda la verdad a Porsche o seguir con esa farsa.
—Porchay y yo nos conocemos desde hace mucho— la cara de sorpresa de Porsche le daba a entender que ni eso conocía— Hubo un evento en su escuela y yo fui invitado aparte de ser de la mafia soy músico, di una pequeña presentación y Chay era uno de mis fanáticos.
—Espera ¿Ya conocías a mi hermano?
Kim asintió.
—No solo eso, yo fui quien sacó a Porchay de dónde Tawan lo tenía antes que ustedes llegarán.
—Pero espera cuando sucedió todo eso Porchay estaba en casa, no me digas que tú...— fue interrumpido.
—Estaba en casa de él— Porsche no sabía si golpearlo o preguntarle que estaba haciendo pero antes de hacer una de las dos cosas Kim siguió hablando— Me ofrecí a darle clases de música para que pudiera entrar a la facultad.
—Me estás queriendo decir que tú conocías ya a mi hermano aparte de que le dabas clases particulares sin mi conocimiento— Porsche se levantó furioso de su lugar— Está no te la perdono.
—No hice nada malo con el— en lo que cabía— Solo fueron unas clases además de salvar su vida.
Porsche miraba con mucha curiosidad a Kim, sentía que algo ocultaba y trataría de llegar al fondo de todo eso.
—No quiero que esto vuelva a pasar— Kim lo mira confundido — No quiero que vuelvas a tener problemas Chay.
Porsche finalizo para salir de la habitación de Kim, si quería respuestas no las tendría con él, Kinn sería su apoyo.
—¿Te dijo algo?— decía Kinn no despegando la vista del periódico que leía.
Porsche fue a sentarse a su lado soltando un fuerte suspiro.
—Siento que algo me oculta, no me está diciendo la verdad.
—¿Porque mejor no dejas todo esto por la paz? Acepta que Porchay cambio, el tendra sus motivos para hacerlo, todos pasamos por esa etapa, quizá y vivió algo que lo hizo cambiar— decía sin despegar su vista de la lectura.
—¿Me estás diciendo que soy un mal hermano por no saber que pasa en su vida?— decía Porsche indignado.
Kinn suspiro para después dejar su amado periódico a un lado para poner toda la atención debida a su amado.
—Nadie está diciendo eso, solo que hay que aceptar la realidad, descuidaste mucho a Porchay admito que también es mi culpa por tenerte las veinticuatro horas del día aquí pero Chay es un adolescente necesita las atenciones básicas que cualquiera de su edad necesita.
—Tienes razon pero eso no la de el derecho para hacer todo lo que hizo.
Kinn solo pudo darse un golpe mental antes de levantarse del sofá para irse a su despacho.
—Eres un caso perdido.
Porchay miraba a su amigo quien estaba temblando del miedo.
—Deja de temblar, solo harás que me desconcentré.
—No se porque estoy haciendo esto— decía Mine con los ojos cerrados— ¡Nunca me dijiste que practicarias tiro conmigo!
Chay le había pedido a su mejor amigo a qué le ayudará en sus prácticas, este ingenuamente pensó que sería algo tipo karate pero sus ilusiones se vinieron abajo cuando Chay agarro un arma y a este le puso una manzana en la cabeza.
—¡Si me matas va a quedar en tu conciencia!
—Tranquilizate después de esto te invitaré a comer— Porchay cargo el arma con cinco balas— Si es que vives.
—¡¿Que dijiste?!— terror era poco a lo que estaba sintiendo.
—Que te prepares, ya voy a tirar la primera.
Chay apunta hacia la manzana que se encuentra en la cabeza de su amigo, teniendo el blanco visto jala el gatillo, un pequeño chillido por parte de Mine se hizo presente haciendo que Chay se preocupara por haberlo lastimado.
—¿Estás bien?— corre hacia su amigo viendo que esté tiene sus manos en el lugar donde estaba la fruta— Imbécil me asustaste, pensé que te había lastimado.
—Tienes una puntería perfecta— decía su amigo mientras se limpiaba la cabeza de los restos de manzana— ¡Pero debes de dejar de practicar conmigo!
Porchay se rió ante el comentario de su mejor amigo, un aplauso se escucha a lo lejos, ambos voltean para ver de quién provenía viendo a Macau ir hacia ellos.
—Felicitaciones Porchay— decía mientras colacaba una mano en su hombro— Pero la frente estaba más abajo.
Le decía mientras apuntaba hacia Mine quien estaba indignado por el comentario de Macau.
—Gracias por decirle que a la próxima me mate— decía con cierto enojo.
—Te ahorre las palabras.
—Eres un...— fue interrumpido por Chay.
—Ya tranquilos ¿No pueden fingir al menos que se caen bien?— decía en medio de los dos.
Ambos chicos se miraron con desagrado para decir al unimos un "No" como respuesta a la pregunta de Porchay.
—Son unos idiotas los dos, vamos le prometí a él— señalaba a su amigo— Que lo invitaría a comer si sobrevivía.
—Lastima que si sobrevivió.
Macau tenía un gran problema personal con Mine y no hacía ni el más mínimo esfuerzo por ocultarlo.
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Fuego | MacaoChay
FanfictionDespués del primer romance fallido de Porchay, este cambia radicalmente a un grado en el que no quedó nada de lo que era antes pero alguien lo observa y planeaba adueñarse de él.