28

661 89 15
                                    

Adentrándose en una de las tantas habitaciones que había en esa gran casa, dejo recostado al pequeño haciendo que esté mencionado se removiera con dificultad en la cama.

— Eres un mal bebedor, cariño— decía mientras acariciaba su mejilla con la yema de sus dedos.

El rostro de Chay enmandaba tranquilidad sin saber en las garras de quién habia caído.

— Mine- balbuceó— Tengo frío, bastardo.

Lo último que recordaba antes de estar ebrio era que estaba con su mejor amigo y suponía que aún estando en esa pésima condición se encontrba siendo cuidado por su mejor amigo. Estaba muy alejado de la realidad.

— Oh no cariño, te equivocaste de nombre— sus manos estaban recorriendo el pecho del menor, jugando con los botones de su camisa- Pero te prometo que te quitaré la frialdad.

Porchay empezó nuevamente a retorcerse entre las sábanas, tratando de tocar a la persona que estaba con el porque podría estar ebrio pero no estúpido. El que estaba haciéndole compañía no era Mine.

— ¡¿Quién diablos eres?! ¡Eh!— se levantó bruscamente empujando a su acompañante al piso— Da gracias a qué estoy ebrio y no puedo reconocer tu voz.

Decía mientras se agarraba la cabeza, había sido un error levantarse de golpe, escucho una risita sarcástica haciendolo enojar.

— ¡¿Que quieres de mi?!— se levantó de la cama tambaleándose.

— ¿En verdad no reconoces mi voz Chay?— se levantó del piso acercándose más al antes mencionado.

— Podría decir que eres Macau pero supongo que no le llegas a los talones— su sonrisa era sarcástica al momento de decir eso.

La sangre de Kim hervía al escuchar ese nombre ¿Que diablos tenía de especial su primo? Esto no le dejaría pasar tan fácilmente.

Sin que pudiera hacer algún movimiento en defensa, fue empujado con brusquedad a la primera pared que se encontrará en el camino, siendo agarrado del cuello casi extranguladondo. Con eso terminó de confirmar sus sospechas.

— ¡Vuelve a repetir ese maldito nombre y te juro que no sales vivo!— apretaba más el cuello de Porchay mientras que esté solo pataleaba tratando de quitar las manos de su contrincante de su cuello.

En un movimiento de descuido Porchay le proporciono un rodillazo en el estómago a Kim dejándolo sin aire y vulnerable. Cuando recupero su respiración estaba dispuesto a pelear.

Toda la borrachera se le había bajado.

— Eres un maldito ¡Te ibas aprovechar de mi!

Kim se levanto del suelo, agarrando fuerzas para volver acorralar a Porchay, su mirada era oscura algo que le dio miedo a Chay.

— ¿Y que si lo hago?— decía entrecortadamente— No es como si no lo hubieran hecho antes.

Un golpe a mano fría se escuchó por la habitación. Porchay le había dado una cachetada a Kim.

— No tienes el derecho de decir esas cosas— le había dado cólera al escuchar eso— Eres un maldito que cree que por ser de la mafia puede tenerlo todo pero adivina qué.

Sutilmente fue empujando a Kim hacia el otro lado de la habitación sin despegar la mirada de aquellos ojos oscuros que lo veían con insistencia. Chocando con otra pared fría aprovechando este momento para agarrarlo del cielo justamente como lo había hecho con él.

— Yo también pertenezco a la mafia— decía apretando más el cuello de este acercándose peligrosamente a su rostro— Y no sabes cómo me encantaría mancharme las manos especialmente contigo.

Kim sujetaba con fuerza los brazos de Chay tratando de que lo soltara, no sabía en qué momento Porchay se había vuelto más fuerte que él o con más valentía. Se había quedado con la vieja versión sumisa de su acompañante.

— Sueltáme— decía con el poco aire que le quedaba.

Porchay le dio una última sonrisa antes de soltarlo abruptamente haciendo que Kim cayera al suelo, tosiendo desesperadamente tratando de recuperar todo el aire que había perdido.

— No lo quieres aceptar— dijo una vez recuperándose— Pero eres mío.

¿En verdad había dicho aquella estupidez?

— ¿Que te hace creer eso?

— Macau no es competencia para mí— su sonrisa sinica le estaba empezando a producir dolor de cabeza — Tarde o temprano regresaras a mis brazos.

En ese momento un toque desesperado interrumpió aquel momento para nada agradable.

— ¡Porchay! ¡Porchay!— era su amigo— Mierda Chay si puedes oírme abre la puerta aunque te caigas en el intento.

La manera en la que estaba golpeando la puerta era totalmente insistente, pareciera que en cualquier momento la tumbaria.

— ¡Kim! ¡Se que estás ahí con Porchay!— esa voz era totalmente familiar — ¡Si le haces algo juro que te mato!

La desesperación en la voz de Macau era preocupante pero ninguno de los dos que estaba adentro hizo algo.

No paso tanto cuando la puerta se abrió de golpe dejando ver a un enojado Macau y un preocupado Mine.

— ¡Eres un maldito!— Macau se le abalanzó rápidamente a Kim.

Este no supo reaccionar a tiempo recibiendo todos los golpes que eran proporcionados por su primo menor.

Mine fue a dónde estaba Porchay, casi llorando.

— Dios estaba muy preocupado por ti— dijo al borde de las lágrimas.

— Si estuvieras tan preocupado por mi, no me hubieras dejado con un completo desconocido, animal.

— ¡Oye! Fue tu culpa haberme vomitado encima y más aparte no cooperar para llevarte a descansa.

Porchay solo ignoraba a su amigo, tratando de ver cómo iba a separar a los dos idiotas que tenía enfrente.

— ¡Ya fue suficiente!— para su sorpresa funcionó— Parecen perros peleando por un pedazo de carne.

Ambos jóvenes se separaron levantandose rápidamente, mirándose con odio y con recelo.

— Si se van a matar— de nuevo hablo— Háganlo afuera y no ensucien está hermosa habitación.

— ¿Te hizo algo?— pregunto Macau.

— Si— hablo Kim— Me lo cogí— decía con gracia.

Macau lo miraba queriéndolo matar por milésima vez esa noche, mientras miraba de nueva cuenta a Chay suplicándole que eso fuera mentira.

— No te debo explicaciones, solo estoy bien— fue lo único que dijo— Y tú — se volvió a Kim— A la otra lo único que recibirás de mi será una bala en el corazón.

Dicho esto salió furioso de aquella habitación, seguido de su mejor amigo que no había comprendido nada de lo que había pasado.

¿Que había pasado?

Fuego | MacaoChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora