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Todo era un completo caos, desde aquella pelea Porchay no salía para nada de su habitación, varias veces Porsche tocaba a su puerta rogando para que saliera aunque sea a comer pero no recibía respuesta alguna, dejando así enfrente de la puerta diversas charolas con comida que después de días quitaban ya que se habian echado a perder.

El menor solo se había dedicado a llorar y lamentarse por todo lo que estaba pasando, se suponía que todo eso lo había dejado atrás pero el también tenía sentimientos y le dolía la forma en que fue tratado, como una completa basura.

Si no moría por un ataque al corazón lo haría por hambre, no tenía ganas de nada pero aún así su organismo le exigía un bocado de comida, solo había sobrevivido a base de agua gracias a un pequeño refrigerador que tenía en su cuarto.

Veía desde su ventana como el atardecer caía, dando a entender que otra fría y desolada noche estaba a punto de comenzar, se sentía fatal en ese estado pero no podía hacer nada más, había tomado la dura descision de dar de baja definitiva en la universidad, diversas llamadas de su mejor amigo recibia constantemente ignorndolo por completo.

El viento se colaba en su habitación, había tratado de dormir pero simplemente no podía, su cabeza dolía y su estómago ni hablar, sentía como sus tripas se devoraban entre si. Viendo su reloj se dio cuenta que pasaban de la media noche, después de esa hora no hay nadie divagando por la gran casa.

En completo silencio abrió por primera vez en un largo periodo su puerta, sersioranodse que no ande ningún alma por el extenso pasillo, con la linterna de su celular alumbraba su camino para no caer debido a que todo estaba en completa oscuridad.

Bajaba con cuidado las escaleras dirigiéndose a la cocina, iba de puntitas puesto que no quería despertar a nadie. Logro exitosamente bajar las escaleras sin llamar mucho la atención, rápidamente corrió hasta la cocina fue ahí cuando al fin pudo respirar en paz.

Sacando comida del refrigerador para saciar su hambre y poder después dormir como un bebé pero su paz fue interrumpida cuando escuchó ruido en el comedor, tanteando uno de los tantos cajones abrió uno donde quería creer que estaban los utensilios, agradeciendo su garn suerte saco un cuchillo para carnes de la cajonera sonriendo al lograr su cometido.

Lo posiciono de un forma en la que su atacante no pudiera ver el arma que traía, más tranquilo continuo en lo que estaba haciendo, escuchando como esos pasos se acercaban, sea lo que fuera iba a desquitar todo su enojo y frustración en el intruso.

Sintio cómo la puerta de la cocina fue abierta, sintiendo una mirada un tanto profunda en él, con más fuerza sujeto aquel cuchillo para poder atacar apenas y se le acercara, cada paso, cada movimiento podía sentirlo.

En un movimiento el intruso lo sujeto del hombro, ese era el momento, con un giro rápido apuñaló a quien sea que se encontraba ahí, fallando en su tiro, de nueva cuenta y con mucho más coraje empujó el cuchillo sobre el cuerpo que se encontraba frente a él tratando de encajarlo fallando de nuevo.

No podía ver de quién se trataba ya que todo estaba oscuro, había apagado su teléfono para poder comer más rápido.

—¡¿Que crees que haces?!— esa voz.

Rápidamente se encendieron las luces de la cocina logrando ver a un agitado Kim, Porchay se le abalanzó encima tratando de apuñalarlo de nuevo.

—Esta vez no fallaré.

Kim rápidamente aparto a Chay de él, mentiría si dijera que no le tenía miedo pues ahora tenía mucha más fuerza que él, a pesar de no haber ingerido comida en muchos días.

—¡¿Estás loco?! Vas a cometer un asesinato.

—No me importa ir a la cárcel con tal de verte muerto— escupió con odio Chay.

Kim se encontraba corriendo en círculos por toda la cocina siendo perseguido por un furioso Chay, hasta que recordó que tenía algo para defenderse.

—Detente— apunto hacia la cabeza del menor— O no tendré piedad— decía mientras posicionaba uno de sus dedos en el gatillo.

Porchay solo soltó una sonrisa dejando caer el cuchillo que llevaba en la mano para rápidamente cambiarla por una pistola que curiosamente traía consigo.

—Este juego es de dos— decía mientras apuntaba directamente al corazón de Kim— Vamos, jueguemos a ver quién dispara primero.

—¿Pero que mierda?— un aturdido Kim lo miraba— Si traías una pistola ¿Porque demonios querías apuñalarme?

Chay solo lo miraba con gracia.

—Es más divertido ensuciarse las manos.

Ambos se encontraban ahí en medio de la cocina apuntandose, Kim ni en sus más locos sueños se hubiera imaginado estar en esta situación con el menor. Pero no daría brazo a torcer.

—Vamos Kim— hablo Chay sacándolo de sus pensamientos— Uno debe morir antes de que el sol salga, estar aquí parado sin hacer nada no es divertido.

Después de decir eso hizo un pequeño puchero, Kim no sabía cómo diablos estaba siendo tan malditamente adorable en una situación en donde uno quedaría muerto.

—¿Porqué?— preguntó Kim.

—¿En verdad aún preguntas?— dijo Chay recargando la pistola— Quizá y porque me arruinaste la vida.

Si antes sentía miedo ahora tenía pavor de lo que le fuera hacer Porchay.

—Todo lo que pasó es por tu maldita culpa, si tan solo jamás hubieras aparecido en mi vida, si tan solo jamás me hubieras utilizado, si tan solo jamás me hubiese enamorado de ti...— hizo una pequeña pausa— Si tan solo nada de eso hubiese pasado, yo sería feliz.

Kim lo veía con arrepentimiento, si bien causó cierto daño en él, en sus planes nunca estuvo eso, debía disculparse con el antes de que algo más pasará.

—Porchay— dijo llamado la atención del menor— Lo lamento, siento mucho todo lo que te hice pero dejemos todo esto atrás y volvamos a comenzar de nuevo, por favor perdóname.

El lugar quedó en completo silencio, siendo interrumpido por una ligera risa que Chay soltó para después mirar al mayor con odio.

—Un simple perdón ya no es suficiente.

Fuego | MacaoChayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora