Capítulo 35: Miedos ocultos

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Pov: Katherine 

- ¿Ya estás como siempre?- dice alguien de malhumor desde mis espaldas.

Me giro hacia esa voz que solo me produce escalofríos, temiendo que ocurra lo mismo de siempre.

- ¿Q-qué dices?- digo sin poder controlar el temblor de mi voz.

- ¡He dicho que si ya andas zorreando como siempre!- contesta ya fuera de control.

- N-no. ¿P-porque dices eso?

- ¡¿QUÉ POR QUE DIGO ESO?!, ¡TÚ QUE TE CREES QUE SOY IMBÉCIL!, ¿DE VERDAD CREES QUE NO VEO COMO ANDAS TODOS LOS PUTOS DÍAS PROVOCANDO A MIS GUARDAESPALDAS?

- P-pero y-yo no h-he hecho na-da de eso...- intento decir como puedo tartamudeando.

Y antes de poder tan siquiera decir algo más, me agarra por el cuello y me estampa contra la pared. Se acerca lentamente hacia mí sin aflojar su fuerte agarre, mirándome con esos ojos de demente que tanto me atemorizan, y que me persiguen en cada una de mis pesadillas.

- Escúchame bien conejita...- comienza a decir apretando cada vez más fuerte mi cuello, dejándome casi sin poder respirar.- Como me entere de que tienes algo con alguno de ellos, os mato a los dos. ¿Entendido, amor mío?

- S-sí.- dije como pude.

- Bien.

Me soltó al fin el cuello, dejando que pudiese volver a respirar tranquila. Un día de estos conseguirá lo que tanto deseo con desesperación, matarme. Pero aún parece no haber acabado. De repente me toma el brazo bruscamente tirando de mi en dirección a las escaleras. Y comienza a caminar a grandes zancadas sin soltarme en ningún momento, seguimos el camino hasta que llegamos a nuestra habitación, o como yo la llamo mi "habitación de tortura". Da dos pasos hacia dentro con rapidez, metiéndome en la habitación en el proceso, cierra la puerta de un portazo y me empuja contra la cama.

Poco a poco se acerca hasta mí, mirándome lleno de deseo y lujuria. Por instinto, intento levantarme para intentar escapar y poder impedir su idea descabellada, pero ya se perfectamente que es inútil, se lo que va a pasar, lo mismo que ha pasado durante  estos  tres años...

- Venga amor, no tengas miedo. Ya sabes que no quiero hacerte ningún daño...

Mi corazón cada vez iba latiendo más rápido a un nivel casi exorbitantes, como cada vez que ocurría esto.

- Por favor..., esta noche no, aún me sigue doliendo muchísimo desde la última vez.

Comienzo a rogarle como la maldita cobarde que soy, como llevo haciendo durante todos este tiempo, aunque sepa que mis ruegos no sirvan de nada.

- Shh, estate quietecita y te aseguro que no pasará nada malo, pequeña.- susurra a centímetros de mi cara, dejándome oler su asqueroso aliento a alcohol y a saber cuantas cosas más...

¡Katherine, no dejes que vuelva conseguir dominarte!, ¡haz algo!

Lo empujé con todas mis fuerzas hacia atrás, haciendo que se cayese al suelo, y me diese tiempo a escapar, corrí deprisa en dirección a la puerta, pero nada más llegué a abrirla, cuando me agarra del cabello tirando de mí violentamente y haciéndome daño, Éste vuelve a lanzarme a la cama e intento levantarme, pero rápidamente él se acerca posicionándose encima de mí, tomándome por los brazos y apretándolos encima de mi cabeza, impidiéndome moverme.

Me es inevitable poder controlar las lágrimas debido a la gran impotencia que siento, así que en escasos segundos mis ojos empiezan a soltar esas pequeñas lagrimitas cristalinas que me acompañan noche tras noche.

El destino que nos une [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora