Pov: Katherine
Lunes, el peor día de la semana, ¿cierto?. Pues ahí estaba yo de pie desde las seis de la mañana, aguantando a numerosos clientes gilipollas. Llevaba ya 3 años dedicándome al sector de la hostelería como camarera en un café situado en el centro de Londres y cada día seguía siendo el mismo: quejas, insultos y regaños.
Ser camarera no era el mejor trabajo del mundo, pero no tanto como para que ciertos clientes te insultaran. Eso si que no podía entenderlo.
Mi jefe, el dueño de este cuchitril es un cincuentón mujeriego y soltero al cual poco le importan los problemas de sus empleados. ¡Como odio a los hombres así!. Nunca entenderé a esta clase de tipejos que van de mujer en mujer, dejándolas luego tiradas como pañuelos desechables.
Ahora mismo, a las 12:00 A.M, me encontraba apunto de entrar en mi descanso de media hora para almorzar.
- ¿Qué es lo que estás haciendo?
¡Madre mía, cuanto odiaba esa voz!. Con solo escucharla quería tirarme de los pelos. Esa odiosa voz no se trataba de nadie más ni nadie menos que Mindy, la gerente del local que llevaba ya 6 meses trabajando, y al mes ya le habían dado el cargo de gerente. ¿Porqué?, simple, se acostaba con mi jefe, bueno con el y con todos los que se le pusieran por delante, ella estaba dispuesta a todo con tal de mandar y que le concedieran sus caprichos.
- Es mi hora de descanso, el de treinta minutos.
- ¿Descanso?- bufa con aires de burla- Las simples camareras como tú no tienen descanso, así que déjate de tonterías y ponte a atender a los clientes.
- Mindy, estoy en mi descanso no tienes ningún derecho a quitarme mis treinta minutos de almuerzo, y mucho menos a insultarme.
- Mmm, me parece que no te ha quedado claro lo que te acabo de decir.- se me acerca con aires de superioridad hasta quedar a unos milímetros de mi- Aquí, se hace lo que yo digo, que por algo soy la jefa, y si no, ya sabes donde esta la puerta. Aunque la verdad, estoy segurísima que habrá muchísimas más paletas como tú que querrán conseguir tu mierda de puesto. ¿Lo has entendido ahora?
Que me insulte solo hace que mi ira aumente todavía más. Aprieto los puños, intentando tranquilizarme para no tomarla por los pelos y estamparla contra la primera pared que vea.
- Sí...
- Bien, entonces ponte tu mandilón y vete a atender al cliente ese de la esquina.- dice marchándose al fin.
Me pongo el maldito mandilón de nuevo, sabiendo que difícilmente tendré otro descanso hasta que acabe mi turno, y me acerco hasta el cliente saludándole con la sonrisa más falsa que pueda haber en este mundo.
- Buenos días señor, ¿Qué es lo que va ordenar?
El hombre, que desde hacía tan solo unos segundos estaba entretenido mirando por la ventana, gira la cabeza hacia mí observándome muy detalladamente, devolviéndome él también la sonrisa.
- Buenos días a ti también, preciosa.
- ¿Qué desea tomar, señor?
Este se me queda mirando un buen rato recorriéndome con la mirada de arriba a abajo, y al cabo de unos segundos dice:
- ¿Katherine, no?- pregunta, después de haber ojeado el nombre en cursiva, que está escrito en la chapa que llevo en mi uniforme.
- Sí, así es. ¿Me va a decir ya lo que va pedir, o debo dejarle unos minutos para que se lo piense?
- No, no. Ya se perfectamente lo que quiero.- contesta rápidamente.
- Bien, pues dígame.
- A ti.
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El destino que nos une [+18]
RomanceAlexander Spencer. Frío, calculador y mujeriego. Él es uno de los hombres más poderosos e influyentes de Inglaterra. Experto amante pero despiadado en los negocios. Katherine Walker, una mujer hermosa, independiente y soñadora. La cual no caerá ante...