Capítulo 12: Intento de declaración

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Pov: Katherine

Había llevado un fin de semana de lo más relajado y tranquilo, pero cuando llegó el tan esperado día no pude dormir en toda la noche. Eso si, cuando ya estaba llegando a la empresa me encontraba ya cagadita de miedo. Por varias razones, la primera era que no quería que me despidiesen. Sí, ya lo sé. Le pegué una ostia a ese imbécil y casi lo dejo tuerto, pero es que, ¡qué podía hacer yo!. Bueno, la segunda es que espero que no me pida explicaciones y que él se haya dado cuenta como yo que ese beso ha sido un gran error. Y la última, pero no por ello menos importante, es que deseo que con la ostia que le pegué se le hayan cruzado los cables y que no se acuerde de mi.

Así que después de estar un rato maquinando planes para que en alguno de ellos mi queridísimo jefe, al que amo tanto, nótese el sarcasmo, salga muerto. Cuando me di cuenta ya había llegado a mi planta. Saludé a Laurent como todas las mañanas y me fui a mi despacho. 

Al llegar cerré la puerta, acomode mi abrigo en un pequeño perchero que había al lado de la puerta. Y dejando mi bolso encima de la mesa, me senté para comenzar mi trabajo. Habían pasado no mas de 40 min cuando escuche unos golpes que provenían de la puerta.

- Adelante.

A estas horas nadie solía llamar, si era urgente me llamaban por el teléfono de la oficina. Pero de toda la gente que podría haberme imaginado en ese momento, nunca pensé que fuera él.

- Señorita Walker, lamento interrumpirla. Pero me gustaría aclarar un asunto con usted. A poder ser en mi oficina.- dice entrando y cerrando la puerta mi jefe.

- ¿Tiene que ser ahora, señor? 

Debo reconocer, que de todas las cosas que haría ahora mismo, aunque odiara, estoy segurísima que no sería ir con ese hombre a su oficina, aunque sea solo supuestamente para hablar.

- ¿Crees que he venido hasta tu oficina, para que hablemos luego?

Veo como apoya sus manos en mi escritorio, quitándome la visión de la oficina de lo alto y corpulento que es, para permitirme sólo verlo solo a él. La vista muy desagradable no es. Un cuerpo musculado ante mi, el cual seguro estará lleno de un montón de musculitos, porque es que este tío es tan perfecto que el muy imbécil, para no dejar de serlo se pasará día y noche haciendo ejercicio. Su cuerpo está enfundado en un traje de color azul marino, de los más caros estoy por apostar. ¿Y su rostro?

¡Katherine Walker, quieres concentrarte de una puta vez, en vez de comerte con la mirada a este tío!, ¡Recuerda que es el enemigo!

Por la cara de mi jefe, veo que no soy la única que se ha quedado embobada todo el tiempo con el cuerpo del otro, ya que el muy descarado me está mirando el escote que me hace el vestido de manga larga, pero cuello abierto que me puse hoy. Qué sinvergüenza...

Pero si tu has estado follándotelo con la mirada hace unos minutos...

¡Cállate conciencia, tú aquí no tienes ni voz ni voto!

- Bueno...- me levanto haciendo que me deje de mirar las tetas- ¿Entonces, vamos ahora?

- Sí...-  murmura con voz ronca. 

¿Porqué de un momento para otro se le ha puesto la voz tan ronca?

Ay, no...

Será cerdo...

Voy hasta la puerta, viendo que no tengo ninguna otra excusa para retrasar la conversación, pero antes de ni siquiera alcanzarla lo tengo delante mía abriéndomela, como todo un caballero. Normalmente no lo es, él solo es un simple perro rabioso, pero parece que le ha debido picar un bicho o algo para comportarse así. Pero en cuánto alguien cometa un solo fallo, la caballerosidad se le quitará de golpe y volverá a ser el rottweiler de siempre. 

El destino que nos une [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora