Capítulo 30: Competencia desleal

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Pov: Katherine

- ¿Qué es lo que sientes tu por mí?- preguntó Alexander, dejándome perpleja al no saber que decir.

¿Yo?, ¿Qué es lo que siento?, ¿Estoy enamorada de Alexander Spencer?. Solo sé que en toda mi vida nunca me había sentido así con nadie. Después de lo que he sufrido durante estos últimos años ya había perdido toda esperanza de poder encontrar a alguien especial en mi vida. Alguien que se preocupase por mí, que me cuidase y me quisiese como él. Alguien como Alexander Spencer.

- Alexander...yo.- comencé balbuceando, y a gimotear, sin saber que decir mirando fijamente mis manos en un acto nervioso, intentando tranquilizarme.- Alexander, durante toda mi vida he sufrido muchísimo. He pasado por cosas terribles por las que aún hoy en día tengo pesadillas de solo recordarlo. Sé que empezar una relación contigo ahora mismo sería muy complicado.- dije susurrando, sin poder evitar mirarlo a los ojos.- Pero también sé que si no lo intento algún día me arrepentiré de haber sido tan cobarde.

Levanté la mirada hacia él, ya que se había quedado callado escuchándome. Y no pude ni mirarlo dos veces cuando ya me había acercado a él en un fuerte abrazo. Le correspondí enredando mis brazos en torno a su cuello y apoyando mi rostro lloroso en la hendidura de su hombro. Así estuvimos unos segundos hasta que Alexander me separó de él escasos centímetros rozando su nariz lentamente con la mía.

- No sabes lo feliz que me hace escuchar tus palabras.- dijo mostrando su lado más sincero para luego acercarse de nuevo a mí, esta vez a mis labios, y empezar a besarme introduciendo su lengua juguetona hasta el fondo de mi boca con mucha ansia acumulada.

- ¿Entonces ahora somos...?- cuestioné curiosa rompiendo el apasionado beso. Ante el ceño fruncido de mi jefe, su expresión excitada llena de lujuria y la enorme erección que notaba desde debajo de mi culo como estaba ya bastante excitada, noté que se había comenzado a cabrear ante mi preguntita, importándome un bledo lo que le pareciese ya que si se cabreaba ya podía ir contando sin final feliz. Proseguí ya que no quería estar en mitad del sexo con mi jefe preguntándome que es lo que éramos ahora.

- ¿Amigos, follamigos, novios?- continué empezando a dar opciones al aire.

- Katherine...- comenzó a decir únicamente esas palabras mientras me giraba, aún encima de sus piernas, en dirección al exterior impidiéndome así poder mirarle a los ojos. Agarró mis tobillos desde la posición en la que estaba sentada, para colocar ambas plantas de los pies en los brazos del sillón dejando así expuesto mi sexo excitado y mojado, el cual estaba solo cubierto por un tanga transparente.

Alex paso sus dedos largos y gruesos, que hacían mil maravillas en mi cuerpo, lentamente de arriba abajo con gesto travieso. Mi respiración totalmente alterada cada vez iba aumentando más y más, seguido de jadeos. Más hasta el punto de tener que tomar bocanadas de aire, mientras apoyaba mi cabeza en su hombro y agarraba con una de mis manos su cuello, para así poder estar más pegada a él. Mi pervertido y sexy jefe, sobre todo sexy, introdujo de golpe de un momento para otro dos de sus dedos que hizo que jadeara en alto sin pudor ninguno. Comenzó a masturbarme con sus dedos con rapidez, mientras las paredes de mi interior se apretaban a ellos.

- En primer lugar...- dijo Alexander con voz ronca, mientras tanto seguía tocando y acariciándome como un depravado.- Como amigos no funcionaríamos, ya que me volvería loco imaginándome como follarte cada vez que nos viéramos. En segundo lugar, como follamigos tampoco, porque no me basta con poder tenerte en mi cama. Quiero mucho más de ti. Y por último si con novios te refieres a que tú eres mía y yo soy tuyo. Entonces sí, somos jodidamente novios.

No pude decir nada ya que aunque entendiese perfectamente lo que acababa de decir, la excitación me impedía siquiera poder expresarme. Pero no me hizo falta decir nada ya que Alexander ya lo dijo todo por sí mismo.

El destino que nos une [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora