CAPÍTULO XXI (¿PODREMOS ESTAR JUNTOS?)

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Es domingo y la noche ha caído, esto solo significaba que nuestro tiempo se estaba agotando, que nuestra fantasía estaba por terminarse.

Estamos terminando de guardar las cosas en nuestras maletas, maletas extras que Eddie tuvo que comprar, ya que él no había traído ni una sola consigo.

—¿Ya es toda la ropa? — pregunté al ver como cerraba su maleta.

—Si — respondió.

—Bien — suspire y me acomode en el sofá.

—Mi vuelo sale en la madrugada — informa mirándome directamente a los ojos.

—Yo me iré mañana por la tarde — expliqué a lo que él comenzó a negar moviendo su cabeza.

—Vuelve a Australia — pide provocando que esboce una sonrisa burlona, pero entonces su seriedad me hace saber que está hablando en serio.

—No — negué mientras seguía riendo.

—¿Por qué no? — pregunta mientras se acomoda en el sofá junto a mí para así quedar frente a frente.

—Porque de igual manera tú vas a casarte, y yo no puedo verte con ella — confieso apenada.

—Si regresas conmigo, obviamente cancelaré la boda, le pediré a Steve que me ayude a convencer a Emmyly de tomar terapia, te juro que lo haré — Eddie toma mis manos y me mira directamente, puedo ver en sus ojos que me dice la verdad.

—Y si ella no lo acepta — La verdad era que tenía miedo, si Eddie dejaba a Emmyly ya no habría nada que nos impidiese estar juntos, y siendo sincera, tener todo resuelto sonaba aterrador, era demasiado bueno para conseguirlo fácilmente.

—Tendrá que hacerlo — aseguró.

Estaba a punto de usar mi corazón e imaginación para tomar la decisión, una sola decisión que cambiaria por completo el rumbo de mi vida, tenía dos opciones, irme a México y sentirme miserable o regresar a Australia, estar rodeada de las personas que quiero e intentar lo que siempre quise con Eddie.

—Si me voy contigo, tienes que prometerme que hablarás con Emmyly y que la ayudarás, también que lo que sea que vayamos a tener será sano, no quiero volver a llorar ni sentirme miserable.

—Haré lo que tú quieras — prometió desesperado —te lo juro.

—No puedo creer que de verdad vaya a hacer esto — solté una gran bocanada de aire y pase mis manos por mi rostro.

—¿Eso es un sí? — inquiere.

—Tendré que comprar un vuelo a Australia — dije y entonces una enorme sonrisa apareció en su rostro.

—Ya lo hice — dice mostrándome la pantalla de su teléfono, tiene dos boletos, me ofende el hecho de que lo haya comprado muy seguro de que aceptaría.

—Así que ya lo tenías todo bien planeado — acusé y entonces negó con leves movimientos de cabeza.

—No — expresó —solo cruce los dedos — agregó.


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Estoy frente a la pantalla de mi celular, me encontraba en el aeropuerto esperando a que mi madre tomara mi videollamada. Al cabo de unos segundos, por fin contestó, parecía estar recostada.

—Hola mamá — saludé apenas vi su rostro.

—¿Está todo bien? — pregunta algo desorientada, probablemente ya estaba dormida.

—Eh..., mamá, yo — me quedo callada por unos segundos, no sabía como decirle que de un momento a otro había cambiado de opinión y que iba a regresar a Australia —, voy a regresar — termine de decir.

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora