CAPÍTULO XXIX (EL ACTO DE AMOR MÁS PURO)

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Abro lentamente la puerta, Olivia está recargada en la ventana, cruzada de brazos, golpeando el piso con la suela de su tacón, su perfilada ceja alzada y su alborotado cabello chino.

—Siéntate — indica apuntando a la silla que está ubicada en la esquina junto a una enorme maceta.

—Sé que pudiste malinterpre...

—Estás descontrolada Auden — interrumpió la castaña. Decido guardar silencio y escuchar lo que ella tiene que decir. —Sé que tú y Eddie tiene una — se queda callada, como si estuviera buscando la palabra correcta para definir lo que Eddie y yo tuvimos. —historia, pero son solo eso, historia.

—Olivia, es complicado, pero ha pasado mucho desde que Eddie volvió — Olivia cierra los ojos y suelta un gran suspiro de frustración.

—Ya lo sé Auden, se han estado viendo, también sé que se fue contigo a LA, todo me lo ha dicho Kate, pero cariño, Eddie se va a casar en tres semanas, él no te eligió a ti, la eligió a ella y si de verdad lo amas debes de respetar esa decisión — Me negaba a aceptar eso, no podía hacerlo, me levanto de la cómoda silla y camino hasta quedar frente a mi tía.

—Eddie no la quiere a ella, Emmyly es muy manipuladora y si se va a casar con ella es por eso — intente explicar, pero Olivia solo me miraba con pena, como si yo estuviera loca.

—Estás en la negación, y está bien, es válido, pero no puedes ir insultando a Emmyly solo porque Eddie la eligió a ella...

—¡No la eligió a ella! — exclamé molesta. La cara de Olivia reflejaba horror puro, mientras que yo, ahora mismo, estaba teniendo un ataque de histeria.

—Auden, cariño, te amo, eres mi única sobrina, eres tan especial para mí, pero ya no te reconozco — Mi tía me tomó de los hombros, me planto un beso en la frente y después salió de su oficina.

Me tumbé en la silla y cubrí mi rostro, no pude soportar más todo esto y rompí en llanto, lloré todo lo que necesité, estaba sola en este lugar y podía descargar todo lo que me había estado guardando durante los últimos días.

Estaba harta de que me decepcionaran y de que jugaran conmigo, pero se sentía aún peor decepcionar a quienes te quieren, ver como te miran con pena y en verdad duele que te digan que ya no te reconocen.






Estoy sentada frente a mi escritorio, aún pensando en todo lo que Olivia me había dicho, era sumamente triste ver como había terminado, yo, todo esto.

Veo por él ventana entrar a una mujer, esta de pie en medio de la sala y lleva una caja; Salgo de mi oficina y la rubia me ofrece una amplia sonrisa.

—¿Olivia Moore? — pregunta la mujer mientras lee una pequeña tarjeta.

—Soy su sobrina.

—Ah, claro, ¿Auden Allen? — pregunta la mujer cuando una vez más le echa un vistazo a la tarjeta.

—Si — respondí.

—He traído un encargo — anuncia la rubia mientras mueve levemente la caja.

—¿Qué es? — pregunté dudosa.

—No lo sé, solo me pagan para hacer los envíos — respondió la mujer apenada.

—Claro — tomé la caja y comencé a leer lo que decía en la pegatina.

—Puede firmar aquí — pidió la rubia. Tomé la hoja y después firme en donde me indicó, una vez firmada la hoja se la devolví.

—Gracias, que tenga buen día.

—Igualmente. — Me despido de la amable mujer y después vuelvo a mi oficina.

La caja está ligeramente pesada, la estampilla no dice nada acerca de lo que es. Tomo un cúter y abro delicadamente la caja, parecen ser...

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora