CAPÍTULO XXXI (LA FELICIDAD DE NOAH)

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De nuevo me había enviado a buzón, Jack no contestaba mi llamada, estaba desesperada, necesitaba hablar con él, necesitaba que Jack me ayudará con todo esto, no puedo dejar que Emmyly le diga nada a Noah.

—Hola, estaba dormido — contestó por fin al tercer tono.

—Jack necesito tu ayuda — dije al borde del colapso.

—¿En dónde estás? — de pronto su voz sonó firme, podía escuchar el movimiento de las sabanas, como si se estuviera levantando de la cama.

—He caminado mucho, estoy a unas cuadras de la tienda de discos del centro — respondí mientras miraba a todos lados.

—No te muevas, ya voy por ti — ordenó y después colgó la llamada.

Camine hasta una vieja banca de metal, en dónde me senté a esperar a que mi amigo viniera por mí. No habían pasado más que siete minutos cuando veo a lo lejos el auto de Jack.

—¿Qué pasó? — preguntó Jack una vez que estábamos arriba del auto.

—Emmyly me amenazo con decirle a Noah toda la verdad si yo seguía viéndome con Eddie, y por lo que me dijo, creo que a Eddie lo amenazó con lo mismo — expliqué mientras lloraba descontrolada.

—Auden, necesito que respires y te tranquilices — pidió Jack tomando mis hombros, tratando de controlarme.

—Noah va a odiarme si se entera — sollocé.

—Tienes que hablar con Eddie — dijo Jack para después encender el auto.

—No sé en donde está.

—Eddie se ha estado quedando en mi casa, te voy a dejar en la entrada y después yo me iré para que puedan hablar a solas — propuso Jack.

Estábamos a unas cuantas calles de la casa de Jack, ni siquiera había pensado en que decirle a Eddie, en que solución le daría para resolver este problema y terminar con los chantajes de Emmyly.

—Llámame cuando hayan terminado de hablar — dijo Jack.

—Gracias — Planté un beso en la mejilla de Jack y después bajé del auto.

Camine hasta la puerta, tomé una gran bocanada de aire y posteriormente abro lentamente la puerta. Iba por el largo pasillo hasta que llegué a la sala, ahí estaba Eddie, estaba sentado en el enorme sofá.

—Jack, vamos a pedir pizza — dijo Eddie. Me paré en seco, Eddie no había volteado por lo que debió pensar que era Jack.

—Eddie — lo llamé y volteó de inmediato.

—Auden — Se levantó rápidamente del sofá. —Jack no está en la casa — informó.

—Ya lo sé.

—Puedes esperarlo aquí, yo ya me iba — de pronto su semblante ha cambiado, parece distante, casi como si no quisiera verme o hablar conmigo.

—Te estaba buscando a ti — Eddie me miró desconcertado.

—¿Para qué? — preguntó.

—Necesitamos hablar.

—Pensé que todo había quedado bastante claro — dice mientras se aleja por el pasillo. Camino detrás de él hasta que llegamos a las escaleras. —No quiero hablar contigo — dijo antes de comenzar a subir.

—¿También te amenazo con decirle todo a Noah? — cuestioné provocando que se parara en seco. —Acaba de amenazarme con eso.

Eddie se giró lentamente, hacía mi, me miró fijamente durante unos segundos y después se sentó en uno de los escalones, cubrió su rostro con ambas manos y después agachó su cabeza. Está llorando, lo sé por el movimiento que hacen sus hombros, subo los escalones hasta que llego a donde está él, me siento a su lado y sin pensarlo dos veces lo abracé.

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora