CAPÍTULO XXX (TENGO QUE HABLAR CON EDDIE)

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Había pasado unas horas hablando con Steve, después él me había traído a casa, de vuelta a mi casa, al entrar estaban Diane y Jules sentados en la mesa cenando pizza.

—Hola — saludó Diane apenas me vio.

—Hola — regresé el saludo.

—¿Cómo te fue? — preguntó mi prima. Solté una leve carcajada, una sin ganas, una que delataba lo mal que lo había pasado.

—No pude quedarme al ensayo — confesé.

—Ven a cenar con nosotros — invitó Jules abriendo la caja de pizza. Amaba la pizza, pero justo ahora, sentía un enorme vacío en el estómago, no tenía hambre, solo quería subir a mi habitación a dormir.

—Estoy muy cansada, creo que mejor me iré a dormir.

—Está bien, descansa — dijo Diane.

Esbocé una sonrisa forzada y después subí las escaleras, caminé sin ganas por todo el pasillo hasta que llegué a la puerta de mi acogedora habitación, el único lugar en donde amaba estar cuando las cosas no iban bien.

Me acomodé en mi columpio flotante, siempre terminaba aquí, en este lugar, frente a la ventana; Creo que había llegado el momento de dejarlo ir, de aceptar que no estamos destinados, mierda nunca creí en esas cosas del destino, ni siquiera cuando conocí a Eddie y le dije que no sabía por qué había accedido a ir a la ratonera y él me respondió "destino", tenía razón el destino quería que lo conociera, que formara parte de mi vida, que me enseñara nuevas cosas, pero Eddie también era como el destino, impredecible. Era hora de avanzar y de aceptar que había sido una etapa en mi vida, una etapa que me ayudaría a madurar y entender lo cruel que puede ser la vida. Debía dejarlo ir.

"Porque dejar ir a la persona que amas es el acto de amor más puro que puede existir".

Las crudas palabras de Steve no dejaban de rondar por mi mente, el acto de amor más puro era dejarlo ir, pero quizá esto sería aplicable en Steve porque Emmyly si está enamorada o más bien obsesionada con Eddie, pero en mi caso es diferente, porque yo sé que Eddie no la ama, y si se casa con ella él no será feliz, y dejarlo ir sería en vano. Entonces, ¿Debía seguir aferrándome a él?, podía hacerlo, podía aferrarme, podía seguir insistiendo, el problema es que no sé como ayudar a Eddie, no sé como sacarlo de ese enorme problema.
Cierro mis ojos por un momento, era la mejor táctica para concentrarme y quizá encontrar una solución, pero mi trance de concentración no duró mucho, pues mi celular comenzó a vibrar cerca de mi pierna.
Miré la pantalla y me sorprendí al ver el nombre: "Jonathan".

Mi padre no me había llamado nunca desde que llegué a Australia, era aterrador ver su nombre en mi pantalla, tomé una gran bocanada de aire y no muy segura respondí. Me quedo callada esperando a que él hable primero y así lo hace.

—¿Auden?

—Hola — respondí en un susurro.

—¿Cómo has estado? — preguntó y eso me hizo soltar una leve carcajada.

—¿Desde cuándo eso te importa? — Yo sabía que algo debió decirle Olivia a mis padres, mi papá no había llamado nunca y justo ahora me llama, es amable e incluso me pregunta como he estado.

—Sé que soy una mierda de padre Auden, lo siento mucho, de verdad — Al menos sabía lo que era.

—¿Por qué me llamaste? — pregunté, sabía que esto terminaría en un regaño o una reflexión sobre la vida, y la verdad no tenía ganas de escuchar a nadie.

—Tu madre me hablo sobre el lío qué hay entre tú y Eddie — El silencio después de eso fue abismal, nadie hablaba, solo se escuchaban nuestras respiraciones y algunos ruidos lejanos. —Entiendo el porqué me ocultaron eso, sé que no me tienes confianza hija, y te doy toda la razón para hacerlo. — Otra vez vuelve esa sensación de un nudo formándose en mi garganta, no quiero hablar, si lo hago sé que terminaré llorando. —Hija, solo quiero que sepas que si tú me lo hubieras dicho, yo te hubiese apoyado, y quizá todo sería diferente.

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora