CAPÍTULO XXV (TE EXTRAÑÉ)

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Por fin viernes, Diane no había mentido cuando dijo que adelantaría su vuelo, por la puerta principal Diane y Jules estaban metiendo sus maletas. Diane a penas me ve corre abrazarme.

—¡Te extrañé mucho!— exclamó con nostalgia.

—Yo también — Justo ahora el abrazo de Diane me parecía tan reconfortante.

—Auden, te presento a Jules — El chico de ojos verdes adormilados, levanta su mano y esboza una media sonrisa.

—Hola — saludé al chico.

—Jules toma lo que quieras de la cocina, Auden por favor dile cuál será su habitación, yo necesito ver a mi novio — Diane deja sus maletas en medio de la sala y después sale casi corriendo de la casa. El silencio entre el amigo francés de Diane y yo es sumamente incómodo.

—Creo que se fue — dice Jules señalando a la puerta que Diane había dejado abierta.

—¿Quieres que te ayude a subir tus cosas? — ofrecí amablemente y el chico solo asintió. Parecía alguien bastante tímido y de pocas palabras.

Tomé una de sus maletas y subimos por las escaleras, abrí la puerta de la primera habitación y entramos en ella.

—Es la habitación de mi gato, pero puede compartirla contigo — dije señalando la cama de Eddie el gato.

—Soy alérgico a los gatos.

—oh — no sabía qué decir, esta era la habitación de mi gato y Jules solo era el invitado.

—Estoy bromeando — dice acompañado de una leve carcajada.

—Ah, claro — fingí una leve risa y después dejé la maleta junto a su cama.

—Estaba a punto de preparar algo de comer, si te gusta el espagueti, te puedo dar un poco — ofrecí y el chico asintió de inmediato.

—Muero de hambre.

—Bien, entonces te hablo cuando esté listo.

—O si quieres pudo ayudarte — ofrece amablemente.

—Ah, si, porque no.

Jules se ha puesto a preparar la salsa, mientras que yo preparo limonada.

—¿Puedo poner algo de música? — pregunta el castaño mientras toma la pequeña bocina de Olivia.

—Claro.

Park the car at the side of the road
You should know
Time's tide will smother you
And I will too

—¿The Smiths?

—¿Te gustan? — preguntó mientras agregaba mantequilla a la salsa.

—Obviamente — respondí

—Mi padre me obligaba a escucharlos y después no pude parar — explica mientras sube un poco el volumen.

—Yo empecé a escucharlos como a los trece, creo.

—¿Canción favorita? — cuestiona y me señala con la espátula cómo si fuera una pregunta de vida o muerte.

—Back to the old house — Esta canción en parte me recordaba un poco a mí y a Eddie, a nuestra "casita".

—Buena elección, prueba la salsa — pide y me acerca la cuchara, pruebo un poco y de verdad le ha quedado muy rica.

—Muy buena — alagué y el chico esbozó una sonrisa triunfante. El estruendo de la puerta me hizo pegar un salto del susto, deje la limonada a medias y corrí para abrir.

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora