CAPÍTULO XXVII (EDDIE)

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La fiesta de noche buena había transcurrido bien, pero aun así no podía sentirme del todo tranquila, Eddie no me había dicho nada sobre su plática con Emmyly, pude notar que su mirada estaba vacía, perdida. Todo esto me tenía preocupada y pensativa, justo ahora estoy en la oficina, Olivia me ha pedido como favor que viniera para ajustar unas fechas, y aquí estoy, en pleno veinticinco, trabajando y dando vueltas a este asunto que me tiene comiéndome las uñas.

Los ojos me arden, así que me recargo en la silla y cierro los ojos por un momento, no hay ni un solo ruido, y entonces mi paz se esfuma cuando la puerta de mi oficina se abre sin previo aviso.

—Que bien que estés aquí — me reincorpore en la silla y abrí mis ojos, Emmyly estaba de pie junto a la puerta, cruzada de brazos, llevaba un lindo pantalón blanco y una blusa naranja, el cabello ondulado con su flequillo bien peinado y un llamativo labial rojo.

—¿Qué haces aquí? — cuestioné.

—Vi una iglesia, quiero casarme justo aquí — dice y me muestra una imagen en su teléfono.

—Emmyly...

—También quiero que en la recepción haya girasoles, muchos girasoles, siento que estoy olvidando algo — la castaña estaba pensativa intentando recordar que más agregar.

—Emmyly pensé que Eddie había hablado contigo — dije esperando que ella mencionara algo sobre esa plática que tuvieron ayer.

—Si, lo hicimos, hablamos sobre los preparativos, pláticas comunes que tienen una pareja antes de casarse — informó con obviedad.

—Yo también he hablado con Eddie, y sé algunas cosas sobre tu ceremonia Emmyly. — Estaba odiándola más que nunca.

—La boda será en tres semanas sin contar esta — dijo muy segura de sus palabras.

—Y, ¿Eddie sabe esto? — Emmyly estaba preparando una boda que ni siquiera se llevaría a cabo y eso me parecía totalmente ridículo.

—Por supuesto, fue de lo que estuvimos hablando, la boda y el adelanto de fecha, así que en lugar de cuestionarme deberías estar buscando información de la iglesia porque queda poco tiempo — La voz de Emmyly era como hierro ardiente, o como el zumbido de una mosca, o el sonido que emite un motor viejo, era estresante, insoportable. —Tres semanas — repitió antes de salir de mi pequeño espacio.

Estaba tan cansada de esta mujer, de su peculiar forma de arruinarme la existencia y de ahora mismo cuestionarme si Eddie realmente estaba de acuerdo con esta decisión, o si solamente era cosa de ella. Tenía miedo, pero la única forma de saberlo era preguntándoselo, aunque no encuentro algún motivo por el que después de todo lo que pasamos quiera o tenga que casarse con ella.

Termino de guardar algunos documentos, enseguida tomo mis cosas y salgo del edificio, claro, después de asegurarme que realmente he cerrado bien.

Auden:
¿En dónde estás?

Eddie:
En la casa, detrás del centro comercial.

Ni siquiera puedo esperar por un UBER, así que tomo el primer taxi que se aparece, le pido que me deje en la entrada del centro comercial y la conductora accede amablemente.
Todo el trayecto envío mensajes a Diane explicándole lo que había pasado, ella me ha dicho que estaba con Jack y que le ha preguntado si sabe algo, pero Jack tampoco ha hablado mucho con Eddie.



Con los nervios invadiéndome, las piernas débiles y las manos sudorosas, camino por todo el callejón que me lleva hasta la casa.

Antes de entrar puedo escuchar música en el interior, abro lentamente la puerta y entro cautelosa. Lo primero que veo es a Eddie pintando de blanco la pared en donde antes estaba nuestra "foto familiar", ya no está el cuadro. Eddie lleva el cabello en una coleta desordenada, pantalón de mezclilla y una camisa negra.

Por siempre AustraliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora