017 - No es tan fácil cambiar

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Nuestros corazones estaban acelerados después de toda la energía que acabábamos de soltar. Poco a poco intentamos calmar nuestras respiraciones y, cuando por fin dejaron de temblarme las piernas, me levanté y me giré para ponerme cara a cara con Billy. Le sonreí mientras él también intentaba recomponerse del todo.

Me metí debajo de la ducha, dejando a Billy ahí sentado y dándole la espalda, para limpiarme los fluidos. A los pocos segundos noté como Billy me abrazada por la espalda, rodeando mi cintura con sus brazos, descansando las manos a la altura del ombligo. Empezó a dejar suaves besos por mis espalda y mis hombros hasta llegar a mi nuca.


— ¿Tú, Billy Hargrove, de verdad eres tú? —me di la vuelta y le miré divertida— ¿Desde cuando eres tan dulce con las mujeres?

— Desde nunca —se acercó a mi y se metió debajo de la ducha conmigo—. Ya te he dicho que lo que siento por ti no lo he sentido antes y por ti seré lo dulce que quieras que sea —me besó en la frente.

Yo no pude evitar sonreír como una adolescente. Me imaginaba de todo menos que fuera tan cariñoso después de un rato tan pasional. Pero de repente, me agarró fuerte por la cintura y me apretó contra él. 

Me apartó el pelo hacia atrás dejando mi cuello descubierto, tenía sus ojos incrustados en él. Sin más, se lanzó a besarme el cuello apasionadamente y empezó a succionar; sin querer se me escapó un leve gemido. Sentí como su boca subía hasta mi oreja para lamerla sensualmente y susurrarme unas palabras.

— Aunque creo que también te gusta que sea rudo —apretó una mano en una de mis nalgas—. O al menos hace un rato, cuando lo he sido, no he oído queja alguna —dejó otro largo beso en mi cuello y regresó a mi oído—.  Más bien, si tuviera que apostar, apostaría todo a que te ha gustado —se separó de mi con una sonrisa maliciosa.

Noté como se me erizaban los vellos de los brazos al sentir su aliento tan cerca de mi oído diciéndome esas palabras. Evité que notara que volvía a ejercer su atracción sobre mí, tosí y cambié de tema.


— En fin, creo que ya se te ha pasado la borrachera —sonreí y me hice a un lado para poder cerrar el agua. Salí de la ducha y me envolví una toalla—. Ten, sécate —le pasé una toalla.

— ¿Ya se ha acabado la diversión? —salió de la ducha mientras se secaba.

— Creo que ya ha habido suficientes emociones por hoy, Billy —le miré seria. Él solo asintió riendo—. Bueno voy a bajo a tender la ropa, puedes esperarme en mi habitación si quieres. Enseguida subo. 

— De acuerdo —Billy aún seguía con el torso desnudo, solo iba cubierto con la toalla anudada a su cintura. No pude evitar mirarlo y sonrojarme— ¿Te gusta lo que ves? ¿Seguro que no quieres más? —se acercó hacia mí.

— No, ni hablar. Aparta Hargrove —rodé los ojos y alargué la mano tocando su pecho evitando que se acercara más a mi—. Espera en mi habitación, ahora vuelvo.


Fui rápidamente hacia las escaleras y las bajé corriendo antes de que me siguiera. De lo rápido que iba casi se me cayó la toalla, estúpida aún no te has vestido. Tenía que subir a cambiarme antes de tender la ropa, de lo contrario seguro que pillaría un resfriado de campeonato. Ya que estaba a bajo llené un vaso de agua para subírselo a Billy, seguro que le sentaría bien. Me dirigí a mi habitación y respiré con alivio al ver que Billy ya se había puesto los calzoncillos.


— Ten Billy —le alargué el vaso—. Ahora te dejo una sudadera. Las unas tallas más arriba que la mía, así que creo que te irá bien. 

Object of my desire | Billy Hargrove (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora