Object of my desire | Billy Hargrove (TERMINADA)

011- Un favor

— Isabella por favor... —tomó de nuevo mi mano para que no me fuera.

— Billy, por favor... —suspiré y me acerqué a él—. Mira, no te voy a odiar por esto, son cosas que pasan. Pero tampoco puedes esperar que haga como si nada.

Coloqué mi mano en su pecho y él puso la suya encima de la mía. Podía sentir en la palma de mi mano como su corazón martilleaba con fuerza y como su respiración intranquila hacia que su pecho se moviera arriba y abajo.

— No sé que te he hecho para que me sigas de esta manera desde que he llegado. Ya sabía que eras una persona violenta y mal encarada. Pero este acoso y derribo hacia mí y mis amigos... —en ese momento vi como Steve salía de la enfermería hecho un trapo—.  Mira cómo le has dejado la cara a Steve. A mi tal vez me has golpeado sin querer y puede que me lo haya buscado yo sola por meterme donde no me llaman. Pero a él no le has hecho eso sin querer. Y lo peor es que no es la primera vez.

— Te estoy intentando pedir perdón y tú solo sigues prestándole atención al estúpido de Harrington —apartó mi mano de su pecho de mala gana—. Esto es ridículo y patético. Además  no me conoces para nada —se apartó y me hizo una seña para que pasara—. Largo de mi vista, preciosa —rio cínicamente.

— Y ahí está el Billy de siempre —ya ni me enfadé—. Cierto no te conozco mucho, es cierto. Y dudo que en realidad nadie te conozca de verdad. Pero detrás de esa fachada de mujeriego, egoísta y agresivo, por un momento... En un instante fugaz pensé que vi que había un lado sensible en ti —pensaba en cuando me pareció ver tristeza y arrepentimiento en su mirada—. Pero ya veo que estaba totalmente equivocada. Adiós William.

— Hasta la vista Isabella —me dejó pasar, sin mirarme a la cara.

Me dirigí al aula donde teníamos clase, Steve y Nancy me alcanzaron rápidamente así que entramos juntos a clase. Vi como todas las miradas se posaban en nosotros y cuchicheaban, yo apreté el puño de la rabia.

— Ignóralos, no vale la pena —susurró Nancy mientras nos sentábamos en nuestras respectivas sillas.

El profesor empezó la clase y al poco rato Billy entró por la puerta también hecho un cromo. Aunque le hubieran curado las heridas e intentara aparentar indiferencia, se le notaba en la cara que también le dolían.

— Tome asiento señor Hargrove —esgrimió el profesor con evidente cara de molestia.

La única silla que quedaba libre estaba detrás de mí, así que a Billy no le quedaba más remedio que pasar por mi lado. Cuando estuvo a mi altura, se detuvo y se quedó mirándome. Mi respuesta fue girar la cara hacia el lado opuesto para no  tener que verle.

Escuché como resopló con indignación mientras reía y se sentó. Eso provocó que los alumnos volvieran a cuchichear, a lo que el profe tuvo que poner orden para que se callaran. 

Por fin terminó el día. Solo tenía ganas de llegar a casa y no ver a nadie; llevaba dos días de locos y necesitaba desconectar. Fue en ese momento cuando recordé que mis padres tenían el día libre, así que tenía que pensar en una excusa por lo de mi labio partido.

Si se enteraban que había sido por meterme en una pelea entre dos chicos, pondrían el grito en el cielo. Así que lo más fácil era decir que me había caído de bruces contra el suelo en educación física. Ya estaba al lado de mi coche dispuesta a entrar cuando oí que alguien gritaba mi nombre.

— ¡Bella, espera un momento! —vi a Jonathan correr hasta mi— ¿Cómo te encuentras? Menudos idiotas. Si se quieren matar entre ellos que lo hagan, pero no tienen porqué meter a terceras personas.