Una pieza es más bella por haberse roto.
Mystic era un bar bohemio, al que solían acudir todo tipo de artistas y curiosos, la comida no era buena, pero tampoco era mala, y el servicio... bueno, cada uno tiene sus opiniones.
Para alguien como TJ, que le gustaba coquetear, estar bien acompañado, beber buena cerveza y ser alabado por su voz, Mystic era el lugar perfecto.
Se sentaron en la su mesa favorita a la izquierda, no muy cerca del escenario, pero lo suficiente como para poder ver bien. En cuanto se sentaron, llegó la camarera favorita de TJ.
–Hola chicos, bienvenidos. Hola TJ. -dijo coqueta.
–Sandra. –exclamó TJ abriendo los brazos en diagonal. –Mi luz diurna. Estás muy hermosa hoy ¿Te hiciste algo en el pelo?
La chica sonrió nerviosa y se tocó un mechón.
–Sí lo corté un poco, pero fue ayer y no te diste cuenta.
–Es que ayer me dejé llevar por tus hermosos ojos. Estabas peinada tan delicadamente que no pude notar ese detalle.
La muchacha volvió a reír mientras Athan se cubría el rostro en un intento de dejar se sentir vergüenza ajena. Ella tomó la orden y se alejó ante la mirada atenta de TJ.
–¿Por qué eres así? –Preguntó Athan en cuanto la chica se fue.
–¿Cómo así?
–Tan... coqueto. ¿No les incomoda?
–Trata bien a una hermosa flor y observa cómo florece hermosamente. –TJ encendió un cigarrillo, no pudo ocultar su sonrisa en ningún momento. –¿Me dirás? –preguntó TJ llamando la atención de Athan. –¿Por qué tardaste tanto en llamar? ¿Y por qué vas a terapia?
Athan suspiró y guardó silencio un momento, buscaba la forma más sencilla de contarle tan engorroso asunto.
–Supongo que leíste las noticias.
–Sí, pero no decían mucho. ¿Qué pasó con tu debut?
Las palabras se atascaban en la garganta de Athan, sentía que nada de lo que pudiera decirle sería bueno, TJ lo juzgaría. El pedido llegó, la sonrisa hacia la mesera le causó nostalgia, su mejor amigo no había cambiado nada. Aguantó la ansiedad que se iba acumulando en su pecho y luego de una profunda respiración, soltó todo, como si TJ fuera su verdadero terapeuta.
–Faltaba una semana para el debut, sabes cómo se ponen las cosas, respiras presión. –TJ asentía a todo lo que Athan decía. –Yo llevé mi cuerpo al límite, por la emoción y el estrés no podía dormir, dormía una hora, despertaba, miraba al techo esperando poder dormir y cuando volvía a hacerlo, ya eran las 6. Así que bajaba a la sala, tomaba agua y ensayaba, o iba al gimnasio de la agencia, y entrenaba y así durante toda una semana. Un día antes del debut sentía mi cuerpo pesado, tenía sueño.
–Dormiste todo el día, supongo.
–Bueno ese día dormí hasta las 11. El coreógrafo me regañó. Todo tenía que estar listo para el día siguiente, vestuario, maquillaje, coreografía, voces, todo. Ya habíamos ensayado en el escenario.
Hizo una pausa.
–No sé qué fue lo que pasó. Había alcanzado todo lo que quería, iba a debutar, como siempre quise. Pero esa noche en el ensayo, en el escenario yo... –se frotó el pecho al recordarlo. –Pensarás que estoy enfermo.
TJ negó la suposición y lo animó a continuar.
–No podía respirar, no pude subir al escenario para el siguiente ensayo con vestuario. Sentía que me iba a morir. Estaba mareado, sudaba frío. Lo único que estaba en mi cabeza era que no podía cantar, ni bailar. Y no pude hacerlo. Era un ataque de pánico, el primero. Dijeron que era porque estaba días sin dormir, mis compañeros dijeron lo extremo que fui en las prácticas y en la dieta. Así que esperaron al día siguiente, pero las noticias ya estaban listas para ser publicadas. A las 11, antes de subir al bus tuvo que venir una ambulancia, me dio mi segundo ataque de pánico. Y cancelaron mi debut.
–¿Qué dijo la agencia?
Athan negó con la cabeza, Tj comprendió, la agencia en la que estaban no sería benevolente, probablemente ninguna agencia lo sería, ellos eran productos, y Athan... era uno defectuoso.
–Sabes cómo es Corea, entrar a terapia allá no era una opción, así que mis padres lo hablaron y acordamos que yo empezaría un tratamiento aquí.
–Ya... y ¿cómo vas con eso? ¿Cuánto durará?
–No lo sé, el doctor... a veces siento que salgo peor de cómo entro, nunca me siento cómodo hablando con él. Cree que exagero. Y la tía Darya...
–Espera, espera, espera. ¿Te estás quedando en casa de la loca? –Athan asintió. –Eso está mal.
TJ arrugó la nariz y se mordió el labio al tiempo que buscaba algo con la mirada en el suelo.
–¡Está decidido! -exclamó de pronto llamando la atención de las otras mesas. –Te quedarás conmigo.
–¿Qué?
–Tú necesitas hacer ese tu tratamiento, y jamás lo terminarás si sigues en la casa de esa vieja loca. También necesitas practicar tu canto y baile, conozco el lugar perfecto y aún estamos a tiempo para las audiciones.
–Alto. TJ, no puedo irme contigo. Tendría que hablarlo con mis padres y con mi tía. Ellos le pagan para cuidarme.
–No necesitarán hacer eso conmigo, no me pagarás nada.
–¿Y si me da un ataque? ¿Qué harás? –preguntó para que TJ desistiera.
Pero TJ no era tan fácil de desmotivar.
– Amigo, me informaré acerca de lo que necesites, hablaré con tu doctor para ver qué más puedo hacer por ti.
Él siempre hacía eso, siempre se salía con la suya. Athan accedió poco convencido de la idea, lo hablaría con sus pares y vería la forma de convencer a la tía loca.
Como si la hubiera invocado, su celular sonó, era ella. Hora de irse.
TJ pagó la cuenta y volvieron al auto. Athan colocó la dirección en el GPS de TJ y condujeron a su casa.
–¿Puedes decirme cómo es que tienes un auto tan increíble? –preguntó Athan.
–¿Este cacharro? Me lo compré con mis ahorros y algo de trabajo duro..
–¿Ahorros? ¿Tú trabajas? –TJ rio a carcajadas al escuchar a su amigo.
–Sí, algo así. Se podría decir que a veces toco en Mystic, y acompaño a algunas chicas a sus casas cuando se embriagan, a veces paso la noche con ellas, tú entiendes... Se gana bien, pero ni así me alcanzaría. Mi padre me pasa una mensualidad, para pagar mis estudios.
–¿Estudias también?
–Si, en el lugar más increíble del mundo. Lo que no sabe mi padre es que el esposo de mi madre también me paga las cuentas de la casa, y la mitad de la matrícula.
–Espera... ¿cómo convenciste a tu padrastro que te pagara una casa y los estudios?
–Simple, él tiene dinero, ama mucho a mi madre y no me quiere cerca de sus hijos. Mi padre no quiere que me vaya a vivir con él a China. Como ves, todos ganamos.
TJ no dejó de sonreír ni un segundo, pero Athan sabía muy bien que ser rechazado por tu familia no es nada grato.
–¿No te sientes... solo?
–Para nada. –mintió –tengo compañía todas las noches.
Detuvo el auto a pocas calles de la casa de la tía de Athan. No lo dejo bajar sin antes hacerle prometer que lo llamaría.
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La Isla Fel
RomanceAthan Zeev tenía poco más de 20 años cuando su familia lo envió a La Isla Fel para continuar con un tratamiento para sus ataques de pánico, tras una serie de éstos antes de su debut en Corea del Sur. Es en el momento más oscuro de su vida cuando re...