capítulo 21: Sciamachi

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Una batalla contra enemigos imaginarios, luchando contra tu sombra.

Athan llamó a Luary por la mañana al día siguiente. Esperó a que sea después de las 10 para no interrumpir su sueño por si se había quedado dormida, lo que no sabía era que ese día Luary había ido a la Universidad a las 8 y cuando él la llamó, ella salía de una de sus clases.

–Hey Ath. –Contestó con una gran sonrisa.

Feryel la miró con el corazón roto, las palabras de su primo aún sonaban en su cabeza. Trató de prestar atención y tratar de oír toda la llamada.

–¿Ath? ¿No era puerkicornio? –Ambos rieron. –Te escucho mejor, ¿cómo te sientes?

–Bastante bien... –Luary miró a Feryel, fingió una sonrisa y bajó un poco la voz–Gracias por... ayer.

–No es nada, ¿vendrás al instituto?

–Es lo más probable. –Lo dijo con un tono coqueto que a Feryel lo puso aún más alerta. –¿Almorzamos juntos?

–Claro. –Contestó él en el mismo tono.

Luary amplió la sonrisa y se mordió el labio inferior.

–Entonces... adiós.

–Nos vemos... –Colgaron.

Luary sonrió y se sonrojó. Ya era muy tarde para negar que el chico le gustaba, aun así lo hizo. Feryel notó que había algo en ella, algo que la estaba cambiando, como había dicho su primo.

–¿No te quedarás a la clase del medio día? –Le preguntó.

–Ah... no lo creo.

–Pero ya te faltaste ayer y... Entregaron las notas del examen, deberías venir.

La sonrisa se borró del rostro de Luary.

–Ya subieron las notas al sistema, Fer. No me fue muy bien, y no quiero ver el examen. Faltaré a la siguiente clase también, tengo examen en el Instituto. Cópiame lo que avancen luego, ¿sí?

–Luary espera. –Dijo serio. –¿No crees que estás exagerando un poco?

–¿A qué te refieres?

–Tus notas están bajando, ya no prestas tanta atención en clases, casi no duermes porque tienes que compensar horas de estudio. Parece que estás sacrificando demasiado por el Instituto y no sé si vale realmente la pena.

Cuando Luary miró a su amigo, toda alegría había desaparecido de su mirada. Le molestó que Feryel, justamente él, sea el que le haga notar que está poniendo el Instituto por encima de la universidad. Justamente el que aprueba con facilidad todas las materias, y con sobresaliente, el que no estudia, porque todo lo absorbe como esponja en clase, el que no toma apuntes y se dedica a jugar en su celular y aun así sabe más que ella.

–Perdona si te preocupé. –dijo fingiendo a la perfección una sonrisa. –Estudiaré más para el siguiente examen, ahora, tengo que irme.

Luary caminó hacia el instituto, escuchando música a un nivel algo por encima del que solía escuchar. Intentó callar sus pensamientos. Si Feryel hubiera sabido todo lo que ella se atormentó ese día, tal vez no hubiera dicho lo que dijo, o tal vez sí, porque así era él.

Estás perdiendo el tiempo. –Le dijo esa voz interior, la que la saboteaba siempre. –Te dedicas a hacer cosas que no te traen nada bueno. ¿Por qué segur con esto? ¿Por qué sigues insistiendo con algo en lo que no eres buena?

Luary comenzó a correr, corrió tanto como sus piernas le permitieron. Intentaba escapar de sus pensamientos, pero ¿cómo escapar de algo que está dentro de tu cabeza?

Cuando llegó al instituto, se encerró en el aula 2-b. Comenzó a tocar la canción más difícil que se le ocurrió, como si intentara demostrarse a sí misma que sí podía, que sí era buena, que no estaba perdiendo el tiempo.

Tocó una y otra, y otra vez. Paró cuando llegó Ze Lei para ayudarle a estudiar hasta la hora del examen.

Caminó hacia el aula que le correspondía. Trataba de no escuchar a nadie, ni nada. Al poco rato Andraste repartió los exámenes y hubo silencio total.

Déjalo... –Le susurró esa voz. –No lograrás aprobarlo y habrás decepcionado al director.

Se concentró en las preguntas, pero comenzaron a parecerle confusas.

Estás perdiendo el tiempo. –Eso le había dicho Feryel. –No vale la pena.

–¡Basta! –Gritó dentro de su cabeza.

–¿Luary? ¿Te encuentras bien? –Le preguntó Andraste. –Si no crees que puedas rendir el examen...

–Sí puedo. –La interrumpió. –Sólo me dolía un poco la cabeza, ya estoy bien.

Muchas de las preguntas eran simples, pero no recordaba absolutamente todo. El examen terminó, y pese a que le fue bien, ella sintió que lo hizo terrible.

–¡Hey! –le llamó Athan cuando ella salía del salón. –No viniste a comer, ¿estás bien?

–Sí. –dijo con una gran sonrisa.

A Athan le apreció una sonrisa diferente, como si a ella le doliera sonreír, lo atribuyó a Andraste.

–¿Cómo te fue en el examen?

–Horrible, no creo haberla logrado.

–Aún no sabes los resultados, todo puede pasar. –Luary lo miró poco convencida de esas palabras. –Te compre algo.

Athan le mostró una bolsa de regalo color verde. Luary la tomó con curiosidad y la abrió. Era una bolsa de agua caliente con una funda de felpa color ploma.

–Vi que ayer no tenías una. Te ayudará, así no tienes que gastar en parches calientes.

–Dios, no sabes lo vergonzoso y tierno que es esto. –Dijo sonrojada. –Gracias. Aunque no sé cómo se usa.

Athan le explicó cómo hacerlo, con lujo de detalles, pese a que no era una operación complicada. Luary agradeció en el fondo tenerlo como amigo, apareció en el momento perfecto.

Era agradable pertenecer a un lugar, hacer algo que tuviera sentido, conocer a alguien que la hiciera sentir segura y, sin saberlo, despejara todo sentimiento negativo que sentía.

Regresó a casa sin reprocharse en ningún momento cómo se sentía, disfrutando sonreír como estúpida cada que veía las notificaciones de su teléfono, riendo en el bus al escuchar sus audios.

–Uy... ya quisiera tener a alguien que me haga sonreír así. –Comentó Takashi. –¿debería decirte que te concentres? Tenemos examen en tres días.

–Sí... es que... mañana salen los resultados de las audiciones y Athan...

–Athan, Athan, Athan. ¿Te gusta?

–¿Qué? No. –Lo dijo como si quisiera convencerse a sí misma. –No me gusta ni podría gustarme jamás.

–¿Por qué?

–¿En serio preguntas? Ese chico tiene pinta de dejarme sin estabilidad emocional. Ojos rasgados, verdes, pelo negro, teñido, pero negro, cuerpo de modelo, casi un idol... y luego estoy yo, con mis pancitas. –Takashi rio. –Es lindo, pero prefiero mil veces reprimir todo sentimiento que pueda tener, a terminar con el corazón roto por un amor no correspondido.

–¿Y Seth?

–Él sí me gusta, pero... es un imbécil. Tal vez tener algo con él elimine toda posibilidad de enamorarme de Athan. Me aferraré a eso. Ahora estudiemos esas malditas restricciones.

Takashi suspiró, su amiga se engañaba muy fácilmente. A veces le salía bien, y otras veces mal, esta vez, él esperaba que las cosas vayan por otro camino, prefería mil veces que Luary esté con Athan a que esté con Seth, pero... no era su decisión.

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