10 Zibá

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Palabra persa que significa "hermosa"

Takashi dibujaba en el jardín del Instituto, escuchaba canciones lofi, no pensaba en nada particular, sólo dejaba a su lápiz bailar en su cuaderno de dibujo y se dejaba sorprender.

En un momento cerró los ojos y, haciendo movimientos lentos de cabeza, se dejó caer en ese mundo que sólo le pertenecía a él. Cuando regresó, su mirada se encontró con aquel chico pelirrojo que había visto cuando llenaba el formulario, sonrió al ver que había ingresado él también al instituto.

Lo observó con curiosidad, era muy atractivo y su forma de vestir le gustó bastante, no pudo evitar dibujarlo. Después de todo, él estaba parado con una malteada en la mano, a la sombra de un árbol junto con otro amigo. Comenzó a sonreír cuando el pelirrojo sonreía, aunque no sabía de qué hablaba.

Cuando se fueron Takashi había terminado el dibujo, sonrió al verlo.

–¡Bu! –le dijo Lu por la espalda.

El asustadizo japonés dejó salir un "aaahh" muy tembloroso, a la vez que agitaba sus manos, haciendo reír a carcajadas a su amiga. Cerró el cuaderno pronto para que ella no vea lo que hacía.

–¿Qué dibujabas? –Le preguntó.

–Nada. –tartamudeó.

–Deja que lo vea. –le insistió como niña pequeña.

Takashi se rindió y le mostró. Cuando Luary vio el dibujo frunció el ceño.

–誰ですか?(¿Quién es?) –preguntó de pronto en japonés.

–Nadie. –Respondió él en el mismo idioma.

–¿Te gusta un chico? –dijo emocionada.

–No. –replicó. –sólo me gusta su forma de vestir.

–Ajá... ¿lo conoces?

–Lu, lo acabo de ver. ¿Me acompañas al taller? Antes de irte a casa.

–Claro.

El Taller era mucho, muchísimo más grande que el aula de clase de Lu, cada estudiante tenía una mesa para confeccionar, un pequeño pedestal donde se podía parar la persona a la que le estaban confeccionando el traje, dos maniquís de medidas diferentes y un colgador doble. Los espacios de trabajo estaban separados por una cortina para que él o la modelo puedan quitarse y ponerse ropa, además de darles algo de privacidad a los diseñadores. Había 8 espacios en total.

Al fondo del taller había un ventanal enorme, en la pared de la derecha había ventanas igual de altas, pero más delgadas. El espacio que le asignaron a Takashi estaba al fondo a la izquierda, iluminado perfectamente por el gran ventanal.

–¿Qué te parece?

Lu miró el lugar de trabajo de Takashi, y asintió satisfecha.

–Es más grande que el que tenías en tu cuarto, sin duda.

–Eso explica muchas cosas. –Dijo una chica entrando al escritorio de al lado cargando dos rollos de tela. –Gracias por la ayuda, niño bonito. –Se quejó mientras soltaba de golpe las telas sobre su mesa.

–Tú nunca la pediste. –Murmuró, se dirigió a Luary. –Lu, te presento a Ahmya Vasl, es la otra estudiante becada de mi carrera.

–¿Tú eres la famosa Luary? –Preguntó invadiendo su espacio personal. Lu frunció el ceño al percibir el intenso aroma a Tabaco.

–Sí, creo.

–El niño lindo no deja de hablar sobre ti. Y Ze Lei tampoco, parece que le causaste una buena impresión.

Regresó a su escritorio a revisar su tela. Lu miró confundida a Takashi, quien sólo se encogió de hombros.

–¿Conoces a Ze Lei? –Preguntó Lu.

–Digamos que sí. –Dijo Ahmya, volteó y sonrió ampliamente–Es mi novio.

Luary y Takashi se miraron, ellos no tenían la pinta de ser novios, ni de lejos. No colarían ni con moco-cola. Ze Lei era serio todo el tiempo, sereno, casi parecía estar enojado siempre, pero Ahmya, era casi todo lo contrario, hablaba fuerte y cambiaba de estado de ánimo con mucha facilidad. Y aún así, la vida se las arregló para que se enamoraran.

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