Capítulo 17. Mittisimus

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(Latín) Ser libre de ira o ansiedad; actuando suavemente sin causar daño.

Athan esperó a Luary en una banca del jardín. Aún no sabía dónde irían o qué harían, no tener el control de sus actividades lo hacía sentir nervioso. Podía suponer que irían a nadar o a hacer algo que comprometiera su ropa, ella le había pedido una muda extra y zapatos cómodos para caminar.

–¿Athan? –dijo una chica acercándose. –Hola, no esperaba verte aquí en domingo.

–Hola...

–Dilara –completó ella como si se presentara. –Estamos en las clases de Senesh juntos. ¿Qué haces aquí?

–Vine a practicar un poco.

–Hola. –saludó Luary al acercarse.

Athan se levantó para saludarla, detalle que marcó la diferencia para Dilara. Aunque el chico le gustaba, había alguien más que había tomado la delantera, y tenía que dar un paso atrás.

–Bueno, yo me voy, diviértanse. –Se despidió. Ambos respondieron con una sonrisa.

–¿Nos vamos? –preguntó Luary.

–¿Me dirás a dónde iremos?

–Si te lo dijera no te sorprenderías tanto al llegar. –le sonrió con picardía. –Te llevaré a un lugar bonito.

Subieron a un bus, todo el camino se la pasaron escuchando música, y hablando de sus cantantes favoritos, a veces Athan le traducía las canciones en coreano y ella las que estaban en japonés. El viaje fue largo, pero no lo notaron. Bajaron a la entrada de un bosque que tenía bastantes visitas a esa hora del domingo.

Luary tomó un sendero y le indicó a Athan para que la acompañara, al poco rato, el sendero comenzó a alejarlos de la gente, y serpenteaba cuesta arriba por una de las colinas.

Athan no hacía muchas preguntas, se limitó a disfrutar del lugar. Cuando la cuesta comenzó a ser muy empinada, él tomó la delantera. Al llegar a la cima le ayudó a Luary a subir y le quitó la mochila, se sorprendió, el peso era considerable y Luary no se había quejado por ello.

–¿Seguimos o quieres descansar? –le preguntó.

–Seguimos, pero por aquí. –Luary se apartó del camino. Entró por un senderito casi imperceptible que iba cuesta abajo.

Caminaron unos 15 minutos en silencio, los árboles eran tan frondosos que Athan no podía ver mucho a través de ellos. Finalmente, el camino se abrió, dando paso a uno de los más hermosos paisajes que Athan había visto.

–Bienvenido a la laguna Ithia. Bueno una parte.

Athan estaba tan embelesado con el paisaje del pequeño lugar que casi no había prestado atención al nombre. Luary se sentó en la gran roca que quedaba a orillas de la laguna, sacó dos vasos y sirvió el jugo que había preparado, mientras Athan se acercaba a jugar con el agua.

–Es azul, el agua es azul. –exclamó él.

–Sí. –dijo ella como si fuera algo obvio. Athan se quitó los zapatos y calcetines para meter los pies en el agua y jugar. –¿Es que no hay lagunas en Corea? –le dijo invitándole el jugo.

–Si hay, pero no tenía mucho tiempo para ir.

Luary lo imitó, estuvieron un breve momento en silencio mojando sus pies. Athan miró la rededor, era hermoso y solitario.

–¿Nadie más conoce este lugar?

–No lo sé. Vine hace algunos años con mi padre, mi hermana y Takashi. Nos desviamos en una caminata y terminamos aquí. Mi padre nos guio, él siempre encuentra la manera de divertirse al máximo en un viaje. Yo lo odié, nos hizo caminar por horas. –Luary se levantó y fue a sacar su violín. –Prometí que vendría algún día con mi violín. ¿Alguna petición?

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