Capítulo 29

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De a poco luces fueron iluminando detrás de su párpado, comenzando a ser más consiente de su al rededor, como el roce de las sábanas cubriéndolo, el calor de su piel y los cantos de los pájaros que se oían por fuera de la ventana de la cabaña anun...

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De a poco luces fueron iluminando detrás de su párpado, comenzando a ser más consiente de su al rededor, como el roce de las sábanas cubriéndolo, el calor de su piel y los cantos de los pájaros que se oían por fuera de la ventana de la cabaña anunciando una nueva mañana en la cual despertaba. Jimin pudo sentir cómo el colchón se hundía a su costado, estirando sus piernas y buscando fuerzas para poder abrir los ojos a la persona que se encontraba junto a él.

—Pst, Jiminnie, ¿despertaste? —La voz ronca de YoonGi llegó a sus oídos como un arrullo, aquella era su manera favorita de empezar el día. Ya se había acostumbrado por completo al aroma de caramel y menta que emanaba de él, su más favorito olor del cual adoraba rodearse. La paz que le brindaba era inexplicable, un sentimiento de protección primitivo que le permitía a su omega estar en su grado más alto de felicidad y tranquilidad. —Vamos bebé, tengo algo para ti.

Ninguna palabra más tuvo que ser utilizada en esos momentos, Park abrió uno de sus ojitos de forma somnolienta pero curiosa por completo, viendo un poco borrosa la figura de un pelinegro allí con algo entre sus manos.

—¿Hyung? —Preguntó en medio de sus ensoñaciones.

—Hoy me fui temprano al trabajo y pude volver temprano. Traje esto para ti. —El omega frotó sus pequeños ojos con sus manos antes de adaptarse a la iluminación y a la sorpresa que le causó ver el regalo que le había traído su mayor en esta ocasión. YoonGi estaba sentado allí, aún con su bata de hospital y sus cabellos negros algo alborotados, pero entre sus manos llevaba un hermoso ramo de rosas rojas envuelto en papel decorativo amarillo pastel y un bonito lazo que lo envolvía. Era lo suficientemente precioso y conmovedor para que el menor casi saltara de la cama al erguirse para sentarse y tomar el ramo entre sus brazos.

—¡Oh hyung! Son realmente hermosas.

—No es ningún día especial, pero ha empezado marzo y son casi dos semanas desde que comencé con el cortejo, creo que no había tenido mucho tiempo para darte un detalle bonito. Espero te gusten. —Min explicaba todo con un rubor tintado en sus mejillas por sentirse avergonzado ante la tonta muestra de cariño, pero por más tonta que fuera él quería hacer algo por Jimin realmente.

—No era necesario, hyungie, pero muchas gracias, voy a intentar que duren lo más posible. —El omega dejó el ramo a un lado antes de abalanzarse a los brazos del mayor, sujetando su cuello con sus brazos e inclinándolo para darse un profundo beso que en definitiva aceleraba sus corazones como la primera vez.

Algunas risas escaparon desde la pura alma del rubio al sentir cómo era levantado y sostenido desde sus piernas mientras las enrollaba en el torso de su alfa. Le importó poco que fueran caminando y bajando la escalera de esa forma, sabía que YoonGi nunca lo dejaría caer. Hasta que de un momento a otro se encontraban en la cocina y Park es reposado sobre una de las sillas, y a duras penas separando sus cuerpos y sus labios, que el menor no pudo evitar pucherear en un berrinche silencioso.

Virus Omega [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora