Capítulo 40

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Sus respiraciones son constantes en un intento de calmar la ansiedad que se apodera rápidamente de su cuerpo

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Sus respiraciones son constantes en un intento de calmar la ansiedad que se apodera rápidamente de su cuerpo. No tiene idea de en dónde está, solo sabe que está terriblemente asustado. Los interminables deja vú no dejan de atormentar su mente mientras observa a los científicos que están al rededor de él, moviéndose de un lado al otro mientras lo único que siente es el constante pinchazo de una aguja en sus venas.

—Suficiente sangre, hagan los análisis.

—En eso estamos, señor. —Jimin no tiene idea de quién es ese hombre aparentemente calvo, pero es el único que viste elegante en comparación de los demás que tienen batas de hospital. Puede darse cuenta que le están sacando sangre y tomando pruebas de esta para ver si tiene algo distinto con los demás omegas. También sabe que algo malo está pasando porque el sonido de la alarma de emergencia no dejó de sonar ni un segundo, pero a ese señor se lo ve más tranquilo de lo que debería.

—¿Para qué me quieren aquí? —La pregunta de Park es completamente sincera. No mentiría de que se asustó mucho cuando lo separaron de su grupo, pero hasta el momento estaba aliviado de que no le haya sucedido nada malo. Aunque está aterrado de estar viviendo de nuevo lo que había estado evitando estos meses desde que escapó.

—Solo quiero asegurarme de que no tengas nada especial solo por ser el Omega 01. 

Y él lo sabe. Lo que menos deberían estar haciendo con él es experimentando, probablemente ya debería estar muerto si fuera por ellos, él fue el culpable de esparcir todo el virus por la ciudad y ahora hacia el mundo.

—No parece tener nada fuera de lo común, —entonces habla uno de los científicos, terminando de revisar las computadoras, —parece que ya tuvo su celo con normalidad, feromonas y los mismos síntomas. No hay nada en especial en él.

Jimin arruga un poco su nariz ante ello, pero intenta mantenerse cuerdo, porque pronto es sujetado por el jefe a cargo y lo saca de la habitación a rastras para comenzar a caminar por los pasillos. Se le hace un poco complicado al rubio tener las manos aún esposadas, pero sabe que no puede hacer nada por liberarse ahora.

—¿A dónde me lleva?

—No sirves de nada ya, te mandaré a matar con tus otros amiguitos. 

—¡No lo haga! ¡No los mate, tienen niños!

—Y tú crees que eso a mí me importa, escoria. —El hombre se ríe sarcásticamente, tomando su antebrazo con fuerza y sacando un arma de sus bolsillos, el rubio intenta liberarse pero eso solo hace más fricción en su piel y le lastima. —Todo esto es tu culpa, tenemos a todos los gobiernos del mundo encima de nuestras cabezas, queriendo matarnos por haber creado un virus sin saber cómo retenerlo, las miles de cosas ilegales aquí dentro, no falta poco para que vengan a investigar. Te asesinaré yo mismo como lo haré con el resto de los omegas del mundo. 

Su corazón late con fuerza y con dolor, sus ojos se impregnan lentamente de lágrimas ante sus palabras tan crueles que podrían venir de una persona. Quiere correr, quiere intentar liberarse pero le es imposible y pronto es azotado contra una de las paredes, sintiendo el arma justo por debajo de su barbilla. Y él solo puede cerrar con fuerza sus ojos, nuevamente...él solo desea más tiempo. Pero la vida parecía ser tan cruel con él, haciendo lo posible por separarlo de su felicidad.

Virus Omega [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora