Capítulo 36

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Eran al rededor de las nueve de la mañana cuando el silencio sepulcral y la paz en el bosque fue interrumpido por una camioneta llegando por el sendero mal señalado por escasos rastros de tierra, apareciendo entre la arboleda y aparcando cerca de ...

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Eran al rededor de las nueve de la mañana cuando el silencio sepulcral y la paz en el bosque fue interrumpido por una camioneta llegando por el sendero mal señalado por escasos rastros de tierra, apareciendo entre la arboleda y aparcando cerca de unos árboles junto a los demás vehículos que les correspondían al refugio. SeokJin fue el primero en salir de a cabaña de los Min, aún en pijama, pero ataba su bata de dormir para cubrirse del frío. NamJoon le siguió, ambos caminando rápidamente con pequeñas sonrisas pintadas en sus rostros.

—¡HoSeok! —Exclamó el científico, viéndolo bajar del auto y dándole un corto abrazo de forma de bienvenida. —¿Pudiste con todo solo?

—Hola Jin, sí, todo fue sencillo, los familiares estaban muy ansiosos de ver a los omegas. —Las puertas traseras son abiertas, y para sorpresa de los presentes, eran muchas menos personas de las que creyeron. Esperaban que fueran el doble de los omegas a los que cuidaban, pero no parecía ser el caso. Eran menos personas de las que habían acogido la anterior vez, y aunque sabían que no todos los omegas habían anotado a un familiar que traer consigo, la situación les ponía un poco triste.

—Bienvenidos a todos, yo soy Kim SeokJin y espero puedan tener una buena estancia por el tiempo en el que se vayan a quedar. Quienes buscan deben estar durmiendo aún pero los acompañaré a la cabaña compartida para que puedan dejar sus cosas. —Todos se ven bastante cordiales y felices, llevando sus maletas con un poco de dificultad sobre el césped. Jin no puede evitar sonreír cuando ve a tres nuevos niños ser despertados por sus padres y corretear rápidamente por todo el lugar con risas infantiles.

Todos ellos comenzarían a formar parte de la manada, siendo casi 38 personas que la conformarían en total, SeokJin estaba muy orgulloso de haber podido poner a salvo a esa cantidad de personas. Quizás no era mucho, pero él no se detendría ahí, no se detendría nunca.

Cuando todos logran encontrar sus propios lugares dentro de la cabaña y desempacar sus cosas, comienzan a despertar a sus familiares que permanecían durmiendo profundamente. La alegría que llenó el ambiente en cuanto todos pudieron reencontrarse y ver a sus padres, cónyuges, hermanos o primos. De los pocos a los que habían recogido, exoneraban una felicidad inmensa, abrazándose y contando mutuamente lo que habían vivido en aquellos días de separación. Por suerte, el celo de los omegas se había terminado hace unos días asique todo había vuelto completamente a la normalidad.

—Oye, Hobi, —el científico llamó al peli-anaranjado que se había quedado absorto viendo el reencuentro de las familias, quizás un poco nostálgico y anhelante de algo así, —tengo tus resultados sobre la jerarquía a la que perteneces.

—Oh, lo había olvidado por completo. —Tanto HoSeok, como SeokJin y NamJoon salieron de la cabaña de los omegas para dirigirse a la de los Min, yendo directo hacia el estudio improvisado que se había construido el castaño en una de las habitaciones desocupadas, habían un par de hojas engrapadas sobre un escritorio de madera, además de sus computadoras y máquinas de análisis.

Virus Omega [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora