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Delilah

Está lloviendo a cántaros. Me inclino al despertar en la cama y me refriego el ojo, al ver que Hans se encuentra parado frente a la ventana, observando la fuerte lluvia. Se ve muy perdido en sus pensamientos. Bajo la mano y miro el reloj de la mesita de luz, son las cuatro de la madrugada, vuelvo a contemplar a Hans.

—¿Sucede algo? —consulto.

—Las carreteras se inundarán.

¿Otra vez?

—¿Qué tienes con la lluvia? —Me río—. El otro día dijiste lo mismo.

Se gira y me mira.

—No entiendo por qué a ti no te preocupa —dice serio—. Odias el barro.

—Eh, uh, sí... es que... no voy a salir, así que...

Camina y se sienta a mi lado, interrumpiendo mi intento fallido de excusa. Tratar de fingir ser mi hermana es una constante travesía, una en la que Hans gracias al cielo ha detenido mi horrible actuación.

—Nunca me contaste qué hiciste cuando te reencontraste con tu hermana —cambia de tema y ahora no sé si quería que me interrumpiera mi pretexto sobre la lluvia—. Deberías invitarla a cenar.

¡Ah, morí!

—Mi... mi hermana no es muy sociable —invento rápido.

—Bueno, para eso está su marido, ¿no?

—¡¿Su marido?! —Me sobresalto.

—Sí, ¿pensabas invitarla a ella sola? —Se ríe—. Qué descortés.

—¡No! Para nada, es solo que... —Me callo cuando se aproxima a mi boca y sin darme cuenta casi que está sobre mí—. ¿Qué...? ¿Qué haces?

—Voy a hacerte el amor.

—Eh, uh, eso se hace con la persona que amas.

Creo que dije algo que no tiene sentido, teniendo en cuenta que finjo ser su esposa, pero por suerte a él no le parece raro.

—Ah, entonces qué bueno que la tengo en frente. —Deja varios besos en mi cuello y gimo—. Me gusta ese sonido.

—Espera, Hans.

—Ya no puedo esperar más.

—No seas invasivo. —Pongo mis manos en su pecho y chillo cuando siento las suyas en mis muslos—. ¡Espera!

Se detiene y me observa con el intenso gris de sus ojos.

—¿Qué hay que esperar? —consulta—. ¿No quieres? ¿No te gusta?

Sí, quiero; sí, me gusta, y hasta que pregunte me parece muy lindo. Aunque mi respuesta debería ser "no podemos, no soy Dahlia", no tengo otra cosa que contestar. Por eso, debería negarme y mentir, sin embargo, ya no importa, voy a aceptar mis deseos carnales.

—¿Tomaste café? —indago.

—Sí. —Me besa y le correspondo.

El peso de su cuerpo llega hasta mí y siento como el mío se hunde en el colchón. Me agarro de las sábanas, en el momento que siento sus manos tomarme. Me dejo llevar por las sensaciones, la ropa se pierde y en un mar de lujuria mis piernas se aferran a su cintura. Dejándome ser, me permito sentir el éxtasis de lo prohibido e incluso llegar al tentador orgasmo.

Soy toda suya entre mentiras. 

Y seguimos con Delilah, pues la trama lo requiere así 💖

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Y seguimos con Delilah, pues la trama lo requiere así 💖

Ya nos acercamos al momento más crucial del libro, falta poco *-*

Atte: Vivi.

Delilah y DahliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora