Tomo una botella de cerveza mientras estoy sentado sobre la mesada de la cocina. Termino la llamada que recién me llegó hace tan solo unos minutos y Delilah me observa con mirada acusatoria.
—Bájate de ahí —me reprende.
Mi esposa es más decidida y autoritaria que antes, exceptuando en algunos aspectos. Me confundía un poco cuando noté este cambio, pero ahora hasta me agrada. No sé cómo explicarlo, pero le queda bien.
—Adivina quién ha llamado. —Sonrío.
—Te dije que te bajes —insiste.
—Oblígame. —Dejo la botella.
—Vas a ver cómo te obligo. —Camina hasta mí, agarra mi mano y tironea de esta, hasta que me dejo descender de la mesada, entonces nos encontramos cara a cara—. ¿Qué? —pregunta cuando la observo fijo.
—¡El cavernícola quiere sus besitos! —declaro y la abrazo, chilla cuando beso todo su precioso cuello—. No escaparás.
—¡Basta, espera, espera! —repite nerviosa.
Ahí está la excepción, se avergüenza entera cuando se trata de caricias. Deja de ponerse firme y seria, entonces anda más alterada, lo que me parece algo gracioso, pues luego sí quiere sus mimitos. Me parece adorable que toda su atmósfera de rigidez desaparezca de repente.
—¿Quién...? —intenta cambiar de tema para que me distraiga—. ¿Quién te llamó? —consulta y la suelto.
¡Ah, lo logró!
—Hablé con mi concuñado, es muy agradable.
—¿Concuñado? —Enarca una ceja, confundida.
—¡Sí, el esposo de tu hermana, Hans, nos ha invitado a cenar!
Queda petrificada.
—¿Qué?
—Sí, dijo que tu hermana Dahlia no estaba de acuerdo, pero él cree que solo son nervios, así que le daremos una sorpresa.
—¡Debo avisarle! —Se gira, pero la detengo, agarrando su mano.
—¡Es una sorpresa! —insisto.
—Tengo que decirle —repite.
—¿Qué es lo que no entiendes que es sorpresa? —La observo, desconcertado.
Ríe nerviosa.
—Ja, ja, tienes razón, qué tonta.
—¿Estás bien?
—Súper. —Hace una gran sonrisa—. Muero por tener esa cena.
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Damos la bienvenida a la narración de Arak, falta poco para la de Hans :3
