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Hans

En el pasado.

Al fin la conocí, es la mujer perfecta, justo como la imaginé, luego de tanto, relacionándome con diferentes potenciales parejas, al fin conocí a Dahlia.

Pongo el paraguas sobre su cabeza para que no se moje y alza la vista. Cuando visualiza quien soy, me regala una sonrisa.

—Me salvaste ahí dentro —aclara respecto al negocio que casi cerramos, pero decidimos rechazar porque se notaba a leguas que era una estafa—. Y ahora me resguardas de la lluvia. ¿Eres un superhéroe?

Me río.

—No lo creo, uno se hubiera presentado cordialmente, aunque puedo intentarlo. Un gusto, soy Hans, escuché tu nombre en la reunión, Dahlia, ¿verdad?

Asiente.

—Un caballero que sabe escuchar.

—Solo cuando alguien me interesa.

Dahlia

Actualidad.

Hans siempre me ha cuidado, nunca ha hecho nada para lastimarme. Quizás sea un controlador y me ha ocultado unas cosas, pero yo no soy una santa como para juzgarlo, casi lo estafo. Aquí el problema no es Hans, yo soy mi propio dilema por estar confundida. Es obvio que mi interés por mi esposo disminuyó y ahora miro con otros ojos a Arak.

—Necesito decirle —susurro, continuando parada al lado de mi marido, mientras observo como mi cuñado sigue asombrado con el agua de la piscina.

—Cariño —responde Hans a lo bajo—. No puedo salvarte siempre.

¿Es acaso una indirecta?

            ¿Es acaso una indirecta?

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Delilah y DahliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora