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Delilah

Dahlia regresa con Hans y se vuelven a sentar con nosotros. He tenido la fortuna de no cruzar palabra con Arak, pues él se ha concentrado bastante en la comida. ¡Por suerte! Da mucho miedo que me descubra, no quiero herir su corazoncito. A todo esto, he intentado hablar con Dahlia, pero ha sido en vano. Quería avisarle sobre Hans, pero por su cara es evidente que él mismo se lo dijo. Tampoco es que yo haya tenido oportunidad de hablar con él para preguntarle qué planea, o por qué no lo había aclarado antes, así que no podría advertirle de mucho, más que nada la hubiera precavido.

—Quiero hacer un anuncio importante —declara Hans y nos miramos con mi hermana, antes de que continúe—. Arak, querido, quiero ofrecerle a ti y a tu esposa, unas vacaciones justamente aquí, en nuestra casa, ¿qué te parece?

Mi verdadero marido se queda tildado y deja la comida a medias. Traga el trozo de pollo que tenía en la boca, entonces parpadea varias veces seguidas antes de continuar. Abre la boca despacio.

—¿De verdad? Nunca he tenido vacaciones. —Se ríe—. Debo estar soñando. —Se come una papita—. Esto está delicioso, definitivamente, es un sueño.

Hans se carcajea.

—No, mi querido amigo, esto es real, te lo estoy ofreciendo, la casa invita. —Me mira a mí y me estremezco—. ¿No, cariño?

—Sí. —Río nerviosa.

—No, hay que volver a casa —expresa Dahlia, dirigiéndose a Arak—. No vivimos de caridad, nosotros trabajamos muy duro.

¡Eso, hermana, alguien debía frenarlo!

—No hay que preocuparse —sugiere Hans—. Voy a ofrecerles trabajo y una casa, mi familia no puede vivir en la miseria.

¿En serio? Dahlia no puede ser la única que evite esto, yo también voy a actuar.

—Cariño —lo llamo mientras mi ojo titila—. No ofendas a nuestros invitados.

—No los ofendo, hago algo bueno por ellos.

—No lo necesitamos —insiste Dahlia.

—Delilah... —Hans camina hasta Arak y apoya la mano en su hombro—. Tu esposo está muy feliz aquí, deja que él decida.

—Bueno, nunca le he dicho que no a la hospitalidad —responde Arak—. A mí me gusta aquí, pero si mi mujer no está cómoda...

Le da dos palmaditas.

—Vamos, campeón, unas vacaciones no harán daño. Además, estoy seguro que cambiará de opinión, cuando vea todo lo que tengo para ofrecer. —Se aleja—. Juro que no será gratis, no quiero que piensen que les estoy faltando el respeto. Todo se puede ganar en esta vida, con trabajo arduo y determinación.

—Me gusta esa idea, nos quedamos.

Maldita sea, Arak, eres demasiado manipulable, incluso más que yo. Y justo caímos en la casa de un manipulador. Ahora que demostró su careta, puedo reconocerlo a kilómetros.

¡Maldición, y yo me interesé en él, caí en su trampa, soy tan tonta! Indignada, Dahlia pudo haberme advertido. Aunque si lo reflexiono, ella también es manipulable, así que estamos perdidos.

 Aunque si lo reflexiono, ella también es manipulable, así que estamos perdidos

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Delilah y DahliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora