26

365 31 11
                                    

Delilah

Miro por la ventana.

—Uh, está lloviendo mucho.

Siento las manos de Hans en mis hombros cuando se pone detrás de mí, así que me estremezco y percibo mis mejillas arder. Esa madrugada candente no podré quitármela de la cabeza nunca.

—Las carreteras se inundarán —susurra en mi oído y la piel se me eriza—. ¿No te preocupa?

—No —digo en voz baja mientras el calor en mis mejillas aumenta.

—Hoy tendremos invitados esta noche.

—Oh, ¿inversores?

—No, pero vienen de lejos, así que ese viaje me inquieta un poco.

Sonrío.

—Estarán bien.

Besa mi cuello.

—Sí. —Hace una pausa—. ¿Sabes? La chica que viene no le gusta ensuciarse las botas, préstale unas tuyas.

—Claro.

Mueve mi cabello a un costado y sigue besando mi cuello.

—Me gusta tu perfume —susurra.

Mis mejillas arden más.

—Es el champú de jazmín.

—Huele bien.

—Gracias —digo tímida.

—Te compré un vestido para esta noche, me gustaría que te lo pusieras.

—Uh, está bien.

Se aleja.

—Me voy a trabajar, dile a la mucama que prepare todo.

Me giro a mirarlo.

—¿No quieres que vaya?

—No, está bien, tú descansa.

—De... de acuerdo —contesto confusa.

—Volveré temprano, quiero todo listo para recibir a nuestros invitados.

—Sí. —Asiento y se retira.

El día pasa tranquilo, hago lo que Hans me pidió y luego cuando ya es tarde, veo que regresa temprano. Me sonríe observando el vestido rojo que llevo puesto, así que me río algo avergonzada. Luego preparamos todo para la cena. Una vez es la hora, nos dirigimos a la puerta a esperar a nuestros invitados.

Un coche de la empresa llega, al parecer los fue a buscar, pero mi asombro es grande cuando veo salir de este a Dahlia y Arak. Ella viene con un atuendo azul y mi marido está de traje, nunca lo había visto tan elegante. Mi hermana me quiere hacer alguna seña, pero sinceramente, ante la presencia de nuestros esposos, no podemos emitir ninguna señal entendible. Al menos no, sin ser descubiertas.

Hans se pone detrás de mí y la preocupación sobre mi gemela, fingiendo ser yo, se vuelve el menor de mis problemas.

—No te lo dije antes, pero el rojo te queda muy bien, Delilah.

Quedo en shock. Hans me acaba de llamar por mi nombre y es imposible que se haya dirigido a mi hermana, pues la única que viste de rojo soy yo. Dahlia está a unos metros de distancia como para oír aquel susurro revelador. No lo puedo creer, no lo comprendo, ¡¿desde cuándo...?!

Ya no importa, pues Hans sabe que soy Delilah.

Ya no importa, pues Hans sabe que soy Delilah

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Pum, tira la bomba! 

A ver, ¿alguien lo sospechaba? xD

Atte: Vivi.

Delilah y DahliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora