Dahlia
Arak está muy enojado, no hay forma de que me perdone ni ahora ni en un millón de estaciones. Quizás exagero, pero así lo siento. Delilah no debió dejarnos a solas, sin embargo, la entiendo, ella necesita seguir su camino. Tampoco sé si esperar el bus sea bueno, no he subido a uno en años y no tengo buenos recuerdos de estos. Aunque por Arak creo que haría cualquier cosa, como cuando me quité los zapatos. Supongo que es algo sobre mí misma, no obstante, me gustaría que lo supiera.
Trago saliva y muevo los pies, mientras continúo sentada en el banquillo a su lado.
—Estaré triste si al menos no nos volvemos amigos, pero quería decirte que gracias a ti entendí muchas cosas de mí. Me sentía atrapada y ahora me encuentro mucho mejor, he hecho cosas que nunca pensé que haría.
Arak baja su vista a mis pies, pues los muevo bastante.
—¿Por qué estás descalza? —consulta—. No me había dado cuenta.
Bueno, estabas muy enojado, es comprensible.
—Yo... me quité los zapatos para ir a buscarte, nunca había hecho algo así. —Me río, nerviosa—. La verdad es que no me gusta caminar sobre el barro.
—Suena a un cambio brusco.
Alzo mi visión y nuestras miradas se cruzan.
—Era un riesgo que debía tomar, y lo haría de nuevo. —Giro mi vista, viendo que ya viene el bus—. Ahí está la prueba, no me gustan ese tipo de vehículos abarrotados de gente. —Regreso a mirarlo—. Pero por seguir esta conversación contigo, lo intentaré con todas mis fuerzas.
—No necesitas hacer eso.
—Es mejor demostrar con acciones, las palabras se las lleva el viento. —Me levanto del banquillo cuando el bus llega a la parada—. Vamos. —Avanzo, pero cuando pongo un pie en el escalón del vehículo todo se detiene.
Arak toma mi mano y la jala hacia atrás, así que retrocedo, entonces mi espalda choca con su torso. En un movimiento rápido me gira, por lo tanto, nuestras miradas se encuentran y nuestros rostros quedan a centímetros.
Siento sus dedos sostener mi cintura y mis mejillas arden.
—Cavernícola —susurro.
—Eso sí que lo dirías tú.
Me muerdo el labio.
—Entonces sí sabes diferenciarme de mi hermana.
—Sí.
No paramos de mirarnos de forma intensa.
—¿Y ahora qué hacemos? Se fue el bus —digo al oír el vehículo marchar.
—Besarnos para romper la tensión, eso dirían en memes.
Me río.
—Nunca debí darte internet. —Suspiro—. ¿Me perdonas?
—Te perdono.
Acto seguido nos besamos de manera ferviente, así que el cosquilleo recorre por todo mi cuerpo. Lo abrazo por el cuello, él agarra más fuerte mi espalda, acercándonos más. Siento que quiero estar de esta manera un largo rato y por suerte es lo que sucede.
No sé lo que depara el destino, pero quiero que sea junto a mi cavernícola, así que daré todo de mí para que continúe de esta forma.
Feliz y duradera.
Fin.
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Delilah y Dahlia
Short Story¿Para qué divorciarse si puedes suplantar a tu hermana? *Por Viviana Valeria V.