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Delilah

Sentados los tres en un banquillo de la carretera, esperando el bus.

—¿Por qué estamos esperando el colectivo? —pregunta Dahlia.

—Porque somos pobres —respondo.

—Yo no soy pobre, puedo pagar un jet privado —dice con altanería.

—Mejor —se queja Arak—. Váyanse en su avioncito, así no las soporto en el bus.

—¡Pero, Arak, hay lugar para los tres!

—Anda, perdónala —pido.

—No. —Él refunfuña.

—¡Tengo una idea! —Me levanto del banquillo—. Ustedes charlen en el bus, yo caminaré.

—¡Pero, Delilah...! —grita mi hermana.

—Está bien, necesito dar un paseo para reflexionar.

—No te atrevas —dice Arak.

—¡Ya me fui! —Salgo corriendo.

Después de las disculpas de Hans, decidimos irnos de la mansión, pero ellos tienen asuntos que resolver, así que debo darles espacio.

Esto parece bueno para mí, preciso pasar tiempo a solas y distenderme. Respirar el aire fresco suena reconfortante. Quizás pensar en un trabajo no me vendría mal o podría buscarme un hobby, no sé. Aunque estar bien conmigo misma es lo primero.

Es lo que necesito.

Es lo que necesito

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Delilah y DahliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora