Delilah
Nos reunimos con Dahlia a solas, en una de las habitaciones de la gran mansión. Parece que evitábamos la conversación, pero el asunto no se puede dilatar más.
—Si quieres contárselo, tan solo díselo y ya —declara mi hermana.
Me estremezco.
—Pero...
—Es lo que hay. —Traga saliva.
Me abrazo a mí misma.
—Pensé que querías decírselo tú.
Mira hacia abajo y suspira.
—No creo poder. —Luego alza la vista, determinada, para aclarar—: Eres su esposa, es tu derecho.
Asiento.
—De acuerdo.
Dahlia tiene razón, ella ofreció esto, pero yo accedí, es hora de que tome parte de mi responsabilidad y le aclare a Arak lo que sucede.
Me casé con él, nos conocemos de hace años, tiene que saberlo por mí, no hay de otra, es lo correcto.
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Delilah y Dahlia
Conto¿Para qué divorciarse si puedes suplantar a tu hermana? *Por Viviana Valeria V.