dieciocho

197 20 47
                                        

N/A: Díganme las canciones que les recuerden a este fanfic, es para una tAr3A. 


かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo dieciocho
«lo infinito de lo fugaz»

diez de febrero


La mañana siguiente llegó muy rápido. Al menos así la siente Tanjirou, quien tiene a Kanao al lado. Está dormida, desnuda, acoplándose a su cuerpo en busca de calor o de frío, nadie más que ella podía especificarlo y para su mala suerte aún no despierta para cuestionárselo. Su única mano funcional descansa en la curva de su cintura, aunque a veces le da unas suaves caricias que detiene cuando ella tiene atisbos de despertar. Su fleco está hacia a un lado y le obsequia una buena vista de sus cejas perfectamente depiladas de acuerdo a su rostro; tiene la piel lisa y huele a vainilla, mientras que el cabello tiene olor a coco. Es, en simples palabras, un ser mágico.

A pesar de haber estado juntos toda la noche, no puede dejar de verla. Una sonrisa le decora el rostro desde que comenzó a besarla y no quiere esconder su alegría. Quiere hacer muchas cosas a partir de ese instante, y piensa que ojalá pudiese extender el tiempo para poder inmortalizar en su memoria los sentimientos y sensaciones del momento. Sabe que es imposible, pero que lo sepa no significa que deba aceptarlo.

El reloj de la posada da las nueve con veinte. Al principio habían decidido estar ahí unas horas y luego huir al hospital, mas olvidaron ese asunto cuando la avidez de conocerse en todos los sentidos se presentó. Los besos, las caricias tímidas que luego se volvieron expertas, los suspiros ansiosos, las pieles de gallina por la emoción de compartir algo más profundo e íntimo que la vida, el deseo de hacer detener el tiempo, los gemidos débiles que demostraban la sensibilidad de sus cuerpos, el silencio pasando desapercibido ante dos almas que se compartían por un instante sin saber qué pasaría al siguiente: dos seres haciéndose uno. Ninguno de ellos pensó en llegar hasta ese punto, pero sucedió y no lo lamentan ni un poco.

¿En qué momento se enamoró de ella? Tampoco quiere averiguarlo. Prefiere vivir ofuscado en la realidad que se le presenta ahora. Le agradece muchas cosas y momentos; le agradece profundamente haberse quedado a su lado y no temer nada de él. Otras personas tal vez se hubieran amedrentado o tenido lástima por su brazo muerto, pero ella o bien era insensible en ese ámbito o realmente no le interesaba esas pequeñeces que no lo son tanto en realidad. Sea lo que sea, sea cual sea el motivo por el cual Kanao se quedó a su lado y correspondió sus sentimientos, espera que en serio nunca se esfume.

—Buenos días...

La voz ronca de Kanao le hace confirmar que no es un sueño. Tanjirou se relame los labios y ahoga una risa al verla como muerta, pero no en un mal sentido: se ve relajada, en paz y sin óbices en la mente. Se ve más hermosa que de costumbre. Reafirma el deseo de querer verla de esa manera el resto de su vida, quiere compartir con ella los primeros minutos del día y los últimos de la noche; quiere abrazar su cuerpo delicado por las noches y no soltarlo sin importar la estación del mundo. ¿Puede durar este momento para siempre, por favor? No, pero disfrútalo antes de que se esfume.

—¿Cómo dormiste? —insiste Kanao, cubriéndose más a pesar de que el día les esté regalando algo de sol.

—Muy bien, señorita, ¿cómo durmió usted?

Y le planta un beso en el hombro desnudo. Kanao sonríe contra la almohada, luego se deshace de ella arrojándola al suelo y se acerca incluso más, enredando sus piernas con las ajenas y tomando su mano muerta para depositarle un beso como respuesta. Sus pechos están pegados al torso de Tanjirou, por lo que él siente cuando estos se erizan por el frío de la habitación. La atrae más a su cuerpo y aprovecha en olerle nuevamente el cabello. Siente unas súbitas ganas de llorar por felicidad. Dime que esta no será la última vez en la que te voy a abrazar, le pide al odio. Tú debes prometerlo a mí, le responde Kanao, yo estoy bien aquí porque nadie me busca, pero tú eres otro cuento. No quiero que te hagan algo, Tanjirou, no podría soportarlo. Entonces ven conmigo hacia Los Cómodos, Kanao, quédate siempre conmigo...

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora