veintiuno

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N/A: LA VAINA QUE LES DIJE AÚN NO SE SOLUCIONA, PERO ANDO TAN SOFOCADA CON ESO QUE DECIDÍ DARME UN RESPIRO ESCRIBIENDO ESTRAGOS UN RATITO. deseen éxitos, ya no aguanto vivir.

POR OTRO LADOOOO! he visto que varias personitas andan apoyando estragos en modo fantasmal. no sean timidos, voten para hacernos amikos, aqui somos una comunidad sanaxd. ¿qué les parece si le ponemos una cantidad de estrellitas? uhm... el próximo cap llegará cuando esta parte tenga 20 votos <3.

EMPIEZAN MIS PARTES FAVORITAS! gracias por leer ♥


かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo veintiuno
«¿y qué pasa después?»



diez de febrero


La hija del presidente se había casado sin demora. Su padre, Muzan, dedicó un cuarto de hora en explicar las razones por las cuales la amaba, e incluso lloró un poco ante la mirada enternecida de sus invitados. No parecía ser un desalmado como Zenitsu dijo, pero eso solo se limitaba a prejuicios así que no le prestaba mucha atención porque, como era usual, los pañitos sucios siempre se lavaban en casa.

La noche transcurría de lo más normal: rostros conocidos de toda la vida, personas con quien compartió asiento en la escuela dominical o en la sala de una fiesta de té; muchedumbre llena de finas prendas, jóvenes que bailan y celebran por otra persona que quizá conocen solo de nombre o de vista. El reloj de su muñeca da las nueve y cincuenta y dos, y había logrado fingir estar de maravilla frente a Kagaya y a sus allegados; había logrado esconder las lágrimas y tragárselas para soltarlas más tarde en su soledad, cuando escribiese una carta sin destinatario porque asimismo sería incapaz de mandársela.

Le quería. Estaba segura que quería a Tanjirou. Jamás se había sentado a preguntarse sobre el amor, pero si existía, quería amar a Tanjirou. Estaba decidida a amarlo por la eternidad si él se lo permitía. Ahora está lejos, pero le prometió volver. Regresaría cuando menos se lo esperase y volvería a besarlo, abrazarlo, tenerlo consigo y sobre sí; volvería a tenerlo en la misma cama, volvería a acariciarlo entre la oscuridad y estarían tan pegados que robaría de sus sueños y angustias para convertirlas en suyas para que la carga no fuera tan pesada; volvería a tomarla para que él fuese suyo y él de ella y fin, ese sería su fin por las noches o mañanas o tardes. No importaba el ahora con su ausencia y por el momento tendría que imaginar lo que pasaría cuando pudieran reencontrarse.

—Estás sonrojada.

Inosuke se planta a su lado con Ann entre sus brazos. Está vestido de negro y tiene la corbata del mismo color que el vestido de Aoi y Ann. Kanao lleva una mano hacia su propia mejilla y toma su temperatura: esta no ha cambiado ni un poco. Dirige la mirada hacia Inosuke y le encuentra, guasón, explicándole después de que era una mentira para probarla. Tuvo una ligera duda meramente porque había tomado sangría.

—Solo quería saber por qué andabas tan pensativa. —Inosuke verifica el rostro dormido de Ann y luego le propone a Kanao sentarse un rato afuera—. El alcohol no está invitado, así que deja esa sangría y vamos por un poco de aire. Estoy sofocado.

—Hace frío —se excusa Kanao, haciéndole caso para dejar la sangría en la parte cementada de la ventana—. Dejé mi abrigo afuera.

—Yo te presto el mío —soluciona al instante, guiñándole un ojo con discreción—. Quiero que me digas por qué andas en la luna y no aquí con nosotros.

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora