dieciséis

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かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo dieciséis
«si te he visto no me acuerdo»


nueve de febrero


Veintidós años atrás en un seis de julio, el conflicto bélico había iniciado. Los primeros años fueron desarmados y la supuesta guerra era más de apariencia que de movimientos, pero después de trece años, Tsuki, uno de los países involucrados, atacó a la capital de Taiyou. El presidente se apresuró a explicar que había sido un error, un malentendido, pero el contrario no le creyó. Así fue como el conflicto armado empezó y hasta la actualidad no había cesado.

Taiyou es manejado por Muzan Kibutsuji y asimismo es el país de Kanao, no por nacimiento sino más bien por crianza; está ahí desde los ocho años y tiene las costumbres tan arraigadas que no sufre ni extraña su vida antes del abandono de sus hermanas. Tsuki es manejado por Michikatsu Tsukiguni y asimismo es el país de Tanjirou, por nacimiento y por crianza; estuvo ahí desde que tiene memoria y a pesar de que extraña a su tierra reconoce que lo mejor es estar alejado por el momento. En ciertos rumores se mencionaba la ayuda de Los Cómodos, y hasta algunos ya le habían coronado como Ku o Eclipse, y no precisamente por el fenómeno astronómico, sino porque cualquier persona que entraba al territorio simplemente desaparecía; no de mala manera porque conseguían una nueva vida, pero eso nadie más que los relacionados sabían.

Yushiro se había molestado en explicárselo todo. Mira, Kanao, lo haré una vez y será mejor que comprendas de una porque no te lo voy a volver a repetir. Pero Yushiro parecía ser nuevo, porque desconocía o pretendía fingir demencia que la memoria de Kanao había sido prodigiosa desde nacimiento. Cuatro horas estuvieron hablando de todo, y cuando por fin dio las dos de la madrugada él le dejó libre y le pidió discreción. Ese mismo día le había visitado el presidente, y a Kanao se le había bajado hasta la presión. «¿Podemos hablar un momento, señorita?». Por unos segundos pensó que ya estaba muerta y que hasta Muzan le había conseguido el epitafio, pero en realidad todo fue un susto demasiado cruel e infundado, pues él no tenía cómo saber que está involucrada con Los Cómodos.

Muzan había llegado a ella por una razón: la boda de su hija. El presidente casaría a su hija con el presidente de un país fuera del conflicto bélico. Dijo que su hija estaba de acuerdo, pero Kanao lo dudaba demasiado. «Akaza me dijo que la hermana de la señora Hashibira está aquí, así que vine a visitarle». Kanao, yéndose con los pies de plomo, le preguntó si necesitaba que le dijese algo a Aoi, y entonces Muzan le pidió que verificase en cuánto tiempo estaría el vestido de novias de su hija, puesto que lo había mandado a hacer algo tarde. Por una vez más, Kanao sintió relajarse y ser bendecida. «No lo sé, presidente, pero lo averiguaré y me contactaré con Akaza para que le diga». Y Muzan, presto, le agradeció, terminó de tomar su café y se fue, no sin antes invitarle a la boda. «Kagaya y yo hemos tenido nuestros roces, pero creo que la boda de mi hija ayudará a pulir asperezas. Les esperamos el diez de febrero a las dieciséis horas. Hasta entonces, señorita, mándele un saludo a su padre».

Así que está invitada y obligada a ir a una boda a la cual no quiere asistir. Contactó con Aoi y ella regresó hacía unas horas con el vestido casi acabado, y aunque Kanao quiso ponerla al tanto de todo prefirió no hacerlo para protegerla a ella y a Ann. Además, Makomo ya se había hecho cargo de eso: «Rengoku-san me pidió vigilar al señor Inosuke y a su familia. No me moveré de aquí hasta el final y los protegeré con mi vida si es necesario, tú no te preocupes. Rengoku-san tiene la influencia necesaria para poder dejarme aquí todo el tiempo que quiera». Kanao no se quedó tranquila con la respuesta, así que volvió a cuestionarle por qué protegían tanto a la familia Hashibira, a lo que Makomo respondió que era meramente por los recuerdos.

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora