diecisiete

166 28 54
                                    

N/A: ESTA VEZ VENGO A EXIGIRLES QUE VOTEN PORQUE SACRIFIQUÉ MI HORA DE IR A CORRER POR TERMINAR ESTE CAPITULO. es bromaxd, pero sí sacrifiqué la horita. eso sí, el cap me emocionaba hasta a mí. espero q lo disfruten a pesar d q mis neuronas ya no enlazaban tan bienxd. ponganse su canción favorita y sigan con esta parte! un besito y nos leemos pronto y m largo a correr <3


かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo diecisiete
«lo eterno de lo finito»


nueve de febrero


El mundo sigue andando y no le presta atención a dos jóvenes que comparten un postre y un té frío cerca de la posada donde Kanao rentó una habitación, donde ambos se quedarían hasta medianoche para después huir hacia el hospital. Así que, sentados en una banqueta, en un parque que asimismo está alejado de todo el bullicio del centro de la ciudad, Kanao le da un mordisco al postre y luego se lo pasa a Tanjirou, quien hace lo mismo y luego lo regresa para tomar el té. En ese plan están hasta que no hay nada de beber ni de comer y se obligan a dialogar, pues hasta ese momento el silencio es lo único que ha estado haciendo bulla por ellos.

—¿Cómo has estado?

Kanao limpia sus labios con una servilleta descartable y espera la respuesta de su amigo. Por un momento él se lo piensa como si de verdad hubiera algo de dudar. La verdad es que desde que abandonó a su familia ahora se siente como anestesiado, es como si hubiera vivido en automático hasta ese instante. Con un carraspeo, limpia sus dedos entre ellos y le roba a la atmósfera un vaho escandaloso.

—Pude recordar mi vida —le resume—. Así que también recordé que era una mentira eso acerca de la guerra.

Le rehúye la mirada. No quise mentirte..., empieza Kanao. Pero Tanjirou repone de inmediato que nunca lo hizo, que evadió el tema hasta el final si es que mal no recuerda. Anexa que fue un descuidado al no preguntar ni mucho menos averiguarlo. Entonces Kanao le dice que no es su culpa, que ambos son ignorantes del mismo modo. Luego, con un hilillo de voz, le pregunta si está molesto. Tanjirou vuelve a tomarse un tiempo para pensar. Aunque quisiese, no podría molestarte con ella. Si tuviera que molestarse con alguien, repite, sería consigo mismo. Pero Kanao no pinta nada ahí porque fue ella quien estaba buscándole un camino para huir. Por qué, después de todo su esfuerzo, se molestaría con ella si no hizo nada malo. Considera su pregunta infundada.

Casi dominado por un impulso, Tanjirou acerca su mano hacia ella y la atrae en un abrazo de lado. No, Kanao, no estoy molesto. No quiero molestarme contigo ahora que te tengo. Y Kanao calla, sintiéndose cohibida. Corresponde a su tacto con una tímida sonrisa. Pero no se mueve ni un poco por temor a arruinarlo. Las personas siguen yendo y viniendo, no parecen afectadas por el escenario que ellos se montan ahí mismo, con el corazón galopante y las emociones a flor de piel. Es interesante, al menos a su punto, repetirse que el mundo sigue avanzando y que jamás se detendrá por nadie.

—Fui al hospital del norte —comunica Tanjirou, obligándose a separarse de ella para poder abordar un tema que cree importante—. Quise ver a mi amigo Giyuu, pero antes de hacerlo una joven me lo impidió.

—¿Era de Los Cómodos? —pregunta, a lo que Tanjirou asiente—. Vaya, ¿y por qué no te dejó acercarte, entonces?

Luego viene un silencio largo, algo pesado también. Tanjirou relame sus labios, aspira un poco de aire gélido y debate nuevamente en contárselo o no. Es ahora o nunca, es ahora o nunca, es ahora o nunca. Sin embargo, súbitamente se amedranta y niega lentamente con la cabeza. Kanao le espera, pero algo dentro de ella le hace replantarse la presencia extranjera de su expaciente.

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora