treinta y ocho

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かまど, 栗花落 カナヲ
estragos: capítulo treinta y ocho
«de mí para quien supongo eres tú»


¿Un poco de leche para su café, señora?

Ha pasado mucho tiempo desde que te vi. Miento en realidad, pues me pareció verte en una embarcación distinta a la mía un par de semanas atrás. No me hago el indiferente, en verdad desconozco si fuiste tú o si fue mi ojo ciego haciéndome pasar un mal momento. Estoy yéndome por las ramas, así que lo siento. Quiero decirte... no, perdón, exijo verte en la brevedad posible. Es necesario. Ten la certeza de que no armaré un escándalo por los asuntos que tú ya sabes, pero voy a verte; necesito verte porque asimismo necesito hacerte un par de preguntas. Es todo lo que te pido, luego puedes huir y esconderte si es que así lo deseas. No es una petición, es una exigencia. Si todo sale bien, estaré ahí la primera semana de agosto. Tengo noticias de la pequeña orokana, así que también te conviene que nos reunamos.

PD: El cuento que va de boca en boca es interesante. Nunca vi a alguien con cabellos rojizos. ¿Un amante encerrado en un hospital? ¡Eso sí que es hilarante!

Atte., T.

ESTRAGOS | TANJIKANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora