Chocolate | Wandanat

29. Eres mi ex

Hace rato que se había quedado en el marco de la puerta viéndola hacer su maleta, no sentía que podía derramar más lágrimas, creía imposible seguir llorando aunque lo necesitara, se preguntaba realmente si era difícil para la rubia, pues la veía muy tranquila empacando sus cosas.

– ¿Vas a decirle a Zaria que te vas entonces? – Finalmente dijo viéndola a los ojos

– No – Ella frunció el ceño alzando la vista hacia Wanda – Solo me voy de la casa, no es que me esté yendo lejos o algo así – Volvió la vista a su maleta

– ¿Vendrás a verla seguido o qué harás? – Llevó la mano a su cabeza no sabiendo como reaccionar

– Estaba pensando, si tú quieres, claro está, yo puedo venir a pasar la semana aquí, con Zaria, de todas formas va a ser difícil explicarle que la dinámica entre nosotras cambiará, no quisiera que afronte más inestabilidades – Alzó la mirada hacia ella

– Natasha, esta es tan tu casa como mía, la que decide irse eres tú – Soltó incrédula

– Quiero que nos llevemos bien, tenemos una hija juntas y no quiero que ella sufra, solo seamos cordiales, no hay necesidad de nada más – Apretó los labios en un intento de sonrisa y cerró su maleta – Estoy dejando algunas cosas en el closet, cuando tenga mi propio espacio, recogeré todo ¿Te parece bien?

– Sí, como gustes – Metió las manos a los bolsillos de su pantalón – ¿Dónde te estás quedando? – Se apresuró a preguntar – Por si cualquier cosa sucede

– En un hotel aquí cerca, te envío la información luego por mensaje – Subió las manijas de sus maletas y salió de la habitación

Cuando Natasha se fue del departamento esas horribles ganas de llorar le invadieron de nuevo, se sentía profundamente terrible y dolida, no podía creer que había terminado todo, ese espacio estaba tan lleno de felicidad, pasó los mejores momentos de su vida ahí, pero ahora estaba tan vacío, la enfermaba ese lugar.

...

Entró a su oficina intentando evadir las miradas de todos, desde hace días parecía que faltaba sin razón alguna, no quedaba realmente como la jefa que todos respetaban con anterioridad, ahora parecía un chiste por las murmuraciones que provocaba al caminar, sentía que su vida se había transformado en eso.

Al acomodarse en su escritorio notó cómo Carol entraba a su oficina y la veía consternada – Pensé que ayer vendrías – Emitió preocupada

– Lo siento – Suspiró agotada – El día de ayer estuve muy ocupada

– ¿Con qué? – Preguntó con curiosidad

– Llorando – Contestó con simpleza apoyando su rostro en una mano viendo a Carol

– ¿Qué? ¿Por qué? – Se acercó rápido a ella

– Terminé con Wanda y ahora es definitivo – La vio con seriedad

– Nat, pero ¿Qué pasó? ¿Volvieron a pelear? – Decía incrédula

– No, no quiero hablar de eso – Se cruzó de brazos negando rápido – Con solo pensarlo siento ganas de llorar y ya voy demasiado retrasada con todo como para encima perder el tiempo llorando de nuevo – Devolvió la vista a sus papeles

– Bueno, entonces cuéntame qué pasó en la fiesta cuando te desapareciste – Le sonrió de lado queriendo subirle el ánimo

– ¿De qué hablas? – Preguntó con el ceño fruncido

– De un momento a otro desapareciste – Repitió su asistente – Barnes llegó al lugar y seguido a eso no estuviste con nosotras como por una hora o así – Habló medio recordando cómo habían sucedido las cosas