9. Lastimosamente las une

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Acababa de aterrizar, sentía que todo el cuerpo le temblaba, no sabía que debía hacer, nunca había tenido unos nervios así en su vida, tenía la maleta en una mano y caminaba torpemente intentando salir del aeropuerto, tomó su celular y notó más de treinta llamadas perdidas, su corazón empezó a latir con fuerza notando quien las había hecho, lo peor eran los mensajes, literalmente eran más de noventa, uno tras otro, la culpa empezaba a carcomerla por dentro, se sentía terrible, el sonido de su celular con una llamada entrante la alertó, vio la pantalla y sintió el estrés recorrer su cuerpo, no quería contestar, pero sabía que solo la seguiría llamando, debía afrontar sus problemas de una vez por todas.

Respiró profundamente intentando calmar sus nervios – Hola, Natasha – Susurró sintiéndose realmente mal por hacerle algo así

– Wanda – Escuchó el alivio en su voz al decir su nombre, le dolió el pecho de inmediato – Me avisaron en el hotel que te fuiste al aeropuerto ¿Qué pasó? ¿Estás bien? – Su tono de preocupación por ella le provocaba un nudo en la garganta – ¡Wanda!

– Sí, estoy bien – Habló rápido sintiendo sus ojos escocer – Natasha, yo volví a casa

– Pero... ¿Por qué? – Preguntó con desesperación

– Natasha, perdóname, en serio perdón – Las lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas – Natasha, Nat... ¿Me escuchas? – La línea se cortó después de lo que le dijo parecía que había perdido la señal.

Wanda se sintió horrible de inmediato, se quedó estática en el aeropuerto pensando que hacer.

...

Habían sido las cinco horas más desesperantes de su vida, no recordaba ningún momento en el que la haya pasado así de mal, su mañana empezó terrible, al despertar notó que Wanda ya no estaba al lado suyo, no encontró una nota ni nada, algo extrañada fue a recepción a preguntar, le dijeron que su novia había pedido que llamen un taxi al aeropuerto por ella, nada más, ni siquiera le había dejado un mensaje.

Sabiendo eso llamó incansablemente a su celular y dejó mensajes de texto, no sabía a qué hora habría sido el vuelo en el que se había ido ni tampoco si Wanda aún seguía en el aeropuerto o ya habría llegado, su desesperación fue tanta que después de las primeras llamadas arregló todo para que su jet privado salga en ese momento y justo cuando estaba a punto de despegar y rendirse con las llamadas, como si fuera obra del destino cruel, le contesta, pero la señal se corta porque su avión estaba saliendo.

Por fin habían pasado las horas de incertidumbre, al llegar al hangar privado y subir al auto que la esperaba tomó su celular para volver a contactar con Wanda, al menos tenía un mensaje de ella.

"Te espero en la cafetería de siempre, debemos hablar"

Ese mensaje le dejaba más dudas que respuestas, rápidamente le dijo al chófer que no la lleve a casa si no a la dirección en la que se supone Wanda estaba, Natasha intentaba comprender o procesar siquiera el abrupto cambio de emociones que había tenido en tan poco tiempo, anoche estaba entre los brazos de la pelirroja acariciando su piel mientras hablaban y se quedaban dormidas, al despertar literalmente todo parecía un sueño.

Estaba dolida y enojada, pero quería utilizar el tiempo en el auto para controlar sus emociones, no quería hacer una escena en un lugar público ya bastante tenía con hacerle caso a Wanda en el lugar en el que se reunirían.

Al fin llegó a la cafetería, tenía una mezcla de emociones desagradables en su interior, agradeció al menos que por la hora ese lugar esté casi completamente vacío, se dirigió a una de los ambientes del fondo, ahí es en donde les gustaba sentarse últimamente, cruzó el marco de la puerta y ahí estaba, sentada en una de las mesas con un café enfrente, pensativa, ni siquiera había notado su presencia, al verla después de toda la angustia que había sentido le daban ganas de olvidar todo y simplemente acercarse a besarla y tenerla entre sus brazos mientras le susurraba que todo estará bien; claro que no lo iba a hacer, su enojo en esta ocasión era más, se acercó a paso firme delante de ella dirigiéndole una mirada penetrante.

Chocolate | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora