48. No quiero que esto cambie nunca

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Sonreía viendo la pantalla de celular, grababa a su pequeña cantando la canción de cuna que le había enseñado ella mientras giraba la cajita musical que Natasha le había regalado cuando era bebé.

– ¿Lo tienes, mami? – Preguntó emocionada acercándose a ella

– Sí, mi corazón – Sonrió sentándose en la cama de su hija – Ahora se lo mando a tu mamá

– ¡A los abuelos también, mami! – Exclamó emocionada arrodillándose al lado de Wanda viendo su teléfono

– Le diré a tu mamá que se lo mande a tus abuelos – Sonrió acariciando su cabello

– No, mami, a los abuelos Iryna y Olek

– ¿Qué? – Dijo confundida viendo a su niña a los ojos

– Ayer tú y el tío Pietro hablaban de los abuelos, nunca les hemos enviado un vídeo como a mis otros abuelos – Explicó encogiéndose de hombros

– ¿Por eso quisiste cantar la canción de cuna en sokoviano? – Preguntó sintiendo mucha ternura dentro de ella, sonriendo a cómo Zaria asentía efusiva a su pregunta – Mi corazón... – Empezó a decir mientras continuaba acariciando el cabello de su hija – Tus abuelitos se fueron al cielo hace muchos años – Intentaba no llorar, aunque sus ojos se cristalizaron, notaba la expresión confundida de su pequeña, así que tenía que explicarse mejor – Cuando Pietro y yo éramos niños, nuestros padres tuvieron un accidente y se fueron para siempre, así que no podemos enviarles tu vídeo porque están en el cielo – Intentó hablar con tranquilidad

Zaria se abrazó a su mamá – Yo no sabía que no se podían enviar vídeos al cielo

Wanda rio levemente negando y abrazándose a su pequeña – Lo sé, mi corazón – Sintió como esos pequeños brazos aliviaban todo ese dolor – Pero... ¿Sabes? – Se alejó de ella viéndola a los ojos – Ellos siempre están cuidando de mí, de Pietro, de ti – Le dio un toque en la nariz sonriendo al instante – Así que ellos ni siquiera necesitan el vídeo, porque ya vieron cuando cantaste en este mismo momento

– ¿Te puse triste? – Preguntó sintiéndose mal de ver algunas lágrimas caer de los ojos de su mamá

– No, mi corazón – Negó rápidamente acunando su rostro en sus manos – Es lindo que hayas pensado en tus abuelos – Sonrió acariciando sus mejillas

Zaria se volvió a abrazar a ella – Yo no quiero que te vayas al cielo nunca

Wanda sintió su corazón estrujarse con esas palabras – Te prometo que no me iré, nunca, nunca, nunca – Negó rodeando a su pequeña con ambos brazos, sabía que era una promesa imposible de mantener, pero no quería cruzar ese puente y no sentía tampoco que fuera necesario explicárselo justo ahora

– ¡Hola, amores! – Escucharon la voz de Natasha que entraba a la habitación – ¿Por qué tantos abrazos? – Preguntó divertida sentándose al lado de Wanda

– Solo aquí abrazando a mi niña – Respondió la pelirroja empezando a hacerle cosquillas a Zaria quien empezó a reír

La pequeña se lanzó a los brazos de Natasha para liberarse de las cosquillas.

– Zazi, llegaron los nuevos stickers que me pediste – Emitió la rubia

– ¡¿De verdad?! – Exclamó emocionada

– De verdad – Afirmó Natasha

– ¿Puedo ir a verlos? – Pidió

– Claro, están en la mesa de centro de la sala

– Gracias – Le dio un beso en la mejilla a Natasha y otro a Wanda; para después bajar las escaleras

– ¡No corras! – Advirtió la pelirroja escuchando como sus pasos se aligeraban

Chocolate | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora