47. Esa es una gran idea

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Realmente disfrutaba de las noches estando solo recostadas en la cama, hablaban de todo lo que se les cruzaba por la cabeza, tanto así que a veces amanecía y si no fuera porque la luz atravesaba las cortinas, faltaba poco para ir a trabajar y dejar a su hija en la escuela podrían seguir hablando.

– Siento que debería ir a encuadernarlos todos – Sonreía viendo a los ojos a su novia acariciando el muslo de ella que descansaba encima de su cintura

– Pensé que te habías deshecho de varios ahora que te mudaste – Confesó acariciando una de sus clavículas

– Esos poemas me los escribiste a mí, a pesar de todo jamás los botaría, son muy especiales – Sonrió convencida – El último que me leíste también está junto a todos muy bien guardados, aunque yo creo que sería mejor que los publiques

– No, esos los hice para ti – Asintió con una sonrisa – Es más especial si son únicos y se quedan contigo – Le dejó un beso rápido

– No sé dónde escuché eso antes – Rio levemente bromeando – Amor

– ¿Vida? – Sonrió volviendo a llamarla como siempre

– Después de que pase el límite que nos dio la terapeuta ¿Vas a mudarte conmigo? – Decía con la mirada agachada preguntando como si no tuviera importancia

– Tengo muchas ganas de empezar a vivir contigo, aquí en la casa, pero... en serio me da tristeza deshacerme del departamento – Hizo un ligero puchero con los labios – Tenemos demasiados recuerdos en ese lugar, la cuna de Zaria aún está allá y las mariposas que le pintaste en su cuarto con Clint, también las noches en las que eras mi modelo y te tomaba fotos – Le sonrió de lado acercándose al rostro de ella – Yo feliz de mudarme, vida; pero no me quisiera deshacer del lugar

Natasha aceptó llevando la mano libre a su mentón – Te entiendo, amor – Suspiró sintiendo sus labios cerca de los suyos – Por lo pronto no lo venderíamos ni nada, solo te terminas de mudar aquí y ya después pensaremos en algo

– Me gusta esa idea – Asintió besando su boca – Tal vez deberíamos conservarlo por si nos volvemos a disgustar – Bromeó

– No digas eso – Frunció el ceño abrazándose a ella y escondiendo su rostro en su cuello – No quiero ni siquiera pensar que podría volver a suceder

Wanda rio levemente acariciando su cabello – Vida, no va a pasar, lo prometo – Intentó dejar de reírse, sentía ligeros besos de su novia en el cuello – Nat, para que sabes que estamos prohibidas hasta siquiera de dormir juntas – Intentó sonar seria aunque los besos de la rubia en su cuello sumada a su lengua y dientes la estaban provocando – Nat – Soltó su nombre en un suspiro – Para

– ¿Por qué? – Notó la sonrisa juguetona en su rostro que se volvía a poner enfrente del suyo – ¿Te ponen los besos en el cuello? – Rio levemente besando su boca

– Sabes que sí – Contestó en el mismo tono que ella – Por eso dijimos solo hablar y dormir, así que deja de estar ensalivándome toda

– Sabes que no he podido hacer eso hace mucho – Dijo con una sonrisa ladeada

– Ni va a ser así en mucho tiempo si no te controlas – Intentó no ceder – Creo que tomaré el plazo inicial y lo extenderemos tres meses

– Nooo – Se quejó alargando la sílaba

– Entonces, quietecita, Romanoff – Le advirtió

– Okay, yo me porto bonito, entonces – Volvió a abrazarla y a poner su rostro enfrente del suyo en su almohada

– Así me gusta – Soltó de broma – Vida

– ¿Amor? – Sonrió grandemente mientras intentaba estar lo más cerca a ella posible

Chocolate | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora