[ Capítulo IX ]

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[Tiempo pasado]

Estaba malhumorado. ¿La razón? No tenía idea. Rara vez podía entender sus sentimientos. Si tenía hambre, comía. Si tenía sueño, dormía. Si quería molestar a Snivellus, lo hacía. Pero cuando se trataba de entender sus sentimientos, algo se bloqueaba, como si no fuera capaz de ver más de allá de la razón de esas emociones.

Desde que tiene uso de razón, siempre tuvo problemas para expresar sus sentimientos o ser vulnerable frente a otros. Sin embargo, empeoró más una vez que cumplió los 8 años. Era muy joven pero ya recuerda vívidamente toda la presión que ejercía su familia sobre él con respecto a su futuro. Regulus en ese tiempo era más pequeño, y por ende, más débil.

—Estos son tus hijos, Walburga.

—Así es —contestó fríamente mientras los cogía del hombro y los colocaba frente a ella—. Preséntense como les enseñe, niños.

Sirius quien era el más extrovertido y menos miedoso de los hermanos, dio un paso entusiasta hacia adelante. El Señor Malfoy tenía un porte autoritario e intimidante. A los ojos de Sirius era tan alto como una torre, con su cabello blanco perfectamente peinado y sin ningún mechón salido de su lugar.

Abraxas Malfoy nunca se había topado con un niño que no tuviera miedo de mirarle a los ojos. Su propio hijo incluso siendo un poco mayor que este muchacho, seguía teniendo problemas para mantenerle la mirada. Por eso se sorprendía gratamente de que Walburga le haya enseñado bien.

—Di tu nombre fuerte y claro, muchacho.

—Soy Sirius Orión Black. Heredero de la fortuna Black y de la Noble y Ancestral Casa de los Black. —Su voz no perdió ritmo y textura, claramente recitó lo que su madre le hizo entrar a su cabeza dura a  base de golpes. Cruzó un brazo y bajando la cabeza, hizo una pequeña venía al mayor. Apretó los labios.

No pudo verlo desde su posición, pero tanto como el mayor Malfoy y su madre lucieron complacidos. Era una breve saludo por ahora, pero sabía que Walburga pretendía alargarlo una vez que creciera. Formalismos estúpidos de los cuales estaba encadenado.

Pero así le pareciera ridículo o no, ver el rostro de aprobación de su mamá hizo agitar su joven corazón y fue lo que le hizo dar sentido a toda esta pantomina. Como si la decisión de mantener la boca cerrada con respecto a lo que pensara fuera el camino correcto para llegar a su corazón endurecido.

Él solo tenía que fingir que estaba de acuerdo con ello, aunque sintiera que estaba conteniéndose.

—Bien, es tu turno, joven Black.

Miró de reojo a su hermano, y con la mirada le dio ánimos. Pese a eso, Regulus no se movió ni un centímetro. Abrumado por el rostro serio e intimidante del Señor Malfoy, quedó aún más de piedra al sentir la energía pesada de su madre a punto de estallar de la vergüenza y el enojo.

Su hermano menor solo tenía 6 años.

Y desde que nació, Sirius siempre supo que su más grande misión era protegerlo. Conforme pasaron los años, se dio cuenta que ellos eran tan distintos como el agua y el fuego. Mientras en Sirius yacía una llama ardiente e inquietante que le incitaba a meterse en problemas. Regulus era como el agua, calmado y fluía perfectamente a la son de las órdenes de su madre.

Sin embargo, el carácter tranquilo de Regulus comenzó a perturbarse con las peleas y los gritos de sus padres. Se ponía de los nervios, a veces incluso en momentos donde estaban ellos dos sentía que la mano de Reg seguía temblando de miedo. Fue peor cuando Walburga comenzó a disciplinarlos.

No importa cuando miedo tuviera su hermano menor, él nunca desobedecía en hacer sus tareas y en cumplir sus expectativas.

—Oye... —dijo a su hermano corriendo hacía él— ¿Qué haces encerrado otra vez aquí? Te dije hoy que iríamos a explorar ¿recuerdas?

James lo sabe [Snirius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora