[ Capítulo XXVI ]

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Querido Severus:

Lamento no haber escrito antes. Ocurrieron algunas cosas en tu ausencia (y planeaba contartelas cuando vinieras) pero lamentablemente no pueden esperar.

Hace unas semanas unos hombres grandes y corpulentos vinieron preguntando por Tobias. Gracias a Dios, no pasó a mayores y se fueron cuando se dieron cuenta que no estaba.

Sin embargo, tu madre estaba pálida al verlos y le causó impresión los grandes anillos que llevaban puestos. Comenzó a temblar y estuve un buen tiempo intentando calmarla de que nadie le haría daño pero me cree. Tiene la certeza que vendrán, y no tendrán consideración con ella.

No sé en qué negocios estará metiéndose, pero ayer vino ebrio y no dejó de patear la puerta de su recámara  hasta que Eileen se armó de valor para abrirle. Es una mujer muy fuerte pero ayer tuvo su primer descontrol de magia, es por eso que no quería demorar más en decírtelo. Espero que puedas traer pociones calmantes ya que la pobre vive muy nerviosa desde entonces.

Atentamente,

Thomas.

Estas temporadas eran tan frías que Sirius lamentaba que Remus aún tuviera que pasar por su transformación pese a las condiciones nefastas a las que tenía que adaptarse

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Estas temporadas eran tan frías que Sirius lamentaba que Remus aún tuviera que pasar por su transformación pese a las condiciones nefastas a las que tenía que adaptarse. Pues pese a que ellos le hacían compañía, no podían facilitarle volverse un hombre lobo y eso a veces los frustraba.

Apretó sus brazos mientras que de su boca salía un pequeño humo. Si así se sentía dentro de la Lechucería, entonces no podía imaginar cómo sería allá afuera, pensó mientras corría con todo lo que podía hacia su Torre en un intento de coger calor. 

Diez minutos después, se encontraba en su sala común donde un ambiente acogedor lo envolvió mientras era saludado por algunos compañeros. Ni siquiera se molestó en saludar a las mujeres porque le iban a voltear la cara o darle su mejor mirada de desprecio. Era hasta cierto punto gracioso. Aparentemente, si les hacía algo a una de ellas, entonces inmediatamente te volvías el centro de odio de todas.

Ya dentro de su habitación, se topó con una escena hilarante. Era Remus con un bote de gel extra fuerte en la mano mientras con la otra colocaba un poco de esta sustancia en el cabello indomable de James que, había que recalcar, no estaba cooperando. Con la paciencia de un santo, acomodó cada mechón rebelde salido de sitio mientras James lo miraba con una mirada determinante y pegaba golpes al suelo con su pie. Es obvio que le desesperaba, pero no quería agobiar más a Remus, quien parecía querer tirar la toalla.

—¿Por qué estamos haciendo esto? —dijo Lupin con una mueca— No tiene sentido,  James.
—Esta vez lo hará —le aseguró—. Le puse la poción alisadora, debería funcionar.
— Por supuesto.—respondió sarcástico.

Sirius se quedó en silencio, mientras se apoyaba en la pared con expresión divertida. Quería saber cuanto les duraba el pequeño proyecto. Peter, que ya lo había visto, solo le asintió y siguió tocando su ukelele.

James lo sabe [Snirius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora