[ Capítulo XXI ]

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Tan pronto como cruzaron la puerta y la campana de entrada alertó su llegada, el ambiente pasó de frío a uno más acogedor. Severus no tuvo tiempo procesarlo, cuando fue jalado al mismo escondite que Black, con unos milisegundos en donde sus manos se entrelazaron y a Severus se le pasó por la cabeza una de las ideas más extrañas que se le haya ocurrido.

Que la mano de Sirius era grande y cálida.

Cubrió toda su mano en unos segundos, y la mano de Severus, que de por sí era pálida y de temperatura fría, adquirió esa calidez que solo sientes cuando te escondes debajo de tu manta en un día lluvioso.

Ante el pensamiento, se congeló en su sitio, sintiéndose horrorizado por lo que acababa de cruzar por su mente. Conflictuado, intentó distraer su cabeza mirando el espejo mágico del recibidor. Sin embargo, al caer su mirada ahí, se encontró a la persona a la que más quería evitar en ese momento. Black tenía un mirada en su reflejo. Muy concentrado en hacerse una media cola que mantuviera alejado los mechones rebeldes de su rostro. 

Quedando ambos en un tenso silencio, Severus se preguntó cuánto tomaría antes de que alguien les diera la bienvenida. Por otro lado, Black lucía agitado, pero como era típico de los de su tipo, su apariencia seguía viéndose armoniosa con el resto de su imagen. Black tenía el exacto perfil de un chico problemático; vestido de jeans rasgados y una casaca de cuero que hacía juego con sus botas. Una manera muy peculiar para vestirse en el mundo mágico, sobre todo para un sangre pura.

Sin embargo, Severus era consciente que Sirius Black no era cualquier otro sangre pura; porque aparte de traidor a la sangre, era una persona que constantemente quería diferenciarse de los demás. Algo que de cierta forma lo irritaba.

Para su desgracia, no era lo único que le irritaba del chico. Solo tuvo que observarlo una vez para notar las diferencia de alturas. Su boca se torció.

Su contraste era tan dolorosamente evidente que por un momento Severus se sintió como un insignificante insecto. ¿Por qué Black tenía que lucir tan grande? ¿Por qué demonios las personas como él tenían tanta suerte? Le pegaba en el ego.

Para otra parte, Sirius ya se había dado cuenta de la inspección del más bajo. Sin embargo, a diferencia de otras veces, decidió dejarlo por la paz. Esta vez, quería poner más en práctica los consejos de Remus. Ya quería dejar de ser tan idiota con Snape y ser un poco más el mismo.  Aunque no tenía la menor idea de cómo lograr eso, se lo había puesto como meta. Intentaría hacer las cosas bien. 

—Me encontré con James en el camino —Le informó con rostro serio cuando lo vio inquieto—. Él y mi hermano fueron a Zonko y me dijeron que lograron ubicar a Remus, Peter, Evans y a tu amigo Crouch con ellos. Así que...—Suspiró como si lo siguiente que diría le pesara un poco—Ella ya debe estar a salvo.

Severus se quedó en blanco. Al parecer, Black había logrado descifrar sus preocupaciones con respecto a Lily. En poco tiempo, le había dado la información que había necesitado, consiguiendo bajar su ansiedad con éxito. Frunció el ceño un poco. A pesar de lo que pasaba entre ellos últimamente, todavía sentía la necesita de ser cauteloso. Algo en él no se soltaba del todo, esperando en el fondo que Black mostraba su verdadera cara. 

—No te voy a dar las gracias. —Soltó a la defensiva.

—No tienes que darlas —le dijo mientras se colocaba a su mismo tamaño—. Solo quedabas tú —agregó más para sí mismo, golpeando con suavidad su frente. Algo en él no le permitía mantener distancia. Quería tocarlo, incluso si era para molestarlo.

Severus cruzó los brazos, algo indignado por el comportamiento descarado del Gryffindor. Al menos ahora entendía por qué se veía tan relajado minutos después de que lo encontró. Aunque eso no respondiera a su pregunta de por qué a pesar de haber encontrado a sus amigos, había seguido perdido entre la multitud.

James lo sabe [Snirius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora