[Capítulo XLV]

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Ese chico Snape. ¿Es realmente importante para ti?

Los días se vuelven memorables cuando el tiempo les otorga ese valor. Sirius no tenía forma de saberlo en 1971, pero cuando se conocieron a los 11 años, era como si dos realidades distintas hubieran colisionado. Conocer a Snape por primera vez y su anhelo por ir a Slytherin, era como escuchar el molesto eco de las creencias familiares que lo habían asediado. En cambio, James se alzó como una brillante luz, el antónimo de esas irritantes tradiciones.  Sirius no tardó en compararlos.

Su fijación empezó ahí, y se agravó con el pasar del tiempo. Ya no había día que su ira no se detonara contra él, sin darse cuenta que tal manía de meterse con él había mutado a una fascinación insana. Tuvieron que pasar años de agresiones y acoso para que la verdad le estallara en la cara y tuviera que aceptarlo. Aceptar que arrojó todas sus frustraciones contra Snape, incapaz de admitir la cantidad de emociones que había cultivado por él.

Aquella vez, Sirius le había gustado Snape como un individual. Le gustó su cara y la palidez de su piel. Su mirada sombría, pero a la vez pintada de pureza infantil. Sus manos delgadas y esbeltas que parecían adecuadas para sostener cualquier cosa con elegancia. Sirius quiso saber todo de él.

Al final, solo terminó siendo alguien a quién no podía y no quería alcanzar.

Alguien que glorificó esos ideales puristas, y que se codeaba con Lucius Malfoy, el perfecto heredero, el perfecto sangre pura.

Mientras él fue catalogado como un fracaso, reprendido hasta el infierno por ser sorteado en Gryffindor, incentivando con ello, que se alejara más y más de las creencias que su madre le había inculcado.

Sin embargo, Sirius ya no quería ir contra corriente. Entendió que su empeño en alimentar el odio solo le había traído arrepentimiento. Quizás era egoísta, pero Sirius quería conocer a Snape. En el tiempo que estuvieron de vacaciones, aceptó las condiciones de Walburga de atender las múltiples tareas de su padre, así que no tuvo el espacio suficiente para hacerlo, pero ahora en la escuela las oportunidades eran infinitas.

Quería averiguar si había un lugar para él en su vida, y si sus diferencias eran reconciliables. Quería saber qué pensaba, qué lo motivaba, qué lo hacía feliz. Así que, no importaba que desenlace tuviera, no se arrepentía de haber reaccionado e intentado compensar años de crueldad, porque Severus Snape valía todas las cosas que le entregó luego de que se sinceró de corazón.

—¡Sirius! —exclamó.

Sirius volvió su atención hacia la fuente de la voz. Era Remus, quién lo recibía con una cálida sonrisa. Sin embargo, su alegre expresión titubeó un poco cuando vio que la de Sirius reflejaba inquietud.

—¿Qué sucede?

Al otro extremo del vagón, Severus Snape se encontraba al lado de Regulus buscando donde sentarse. Iban tan concentrados que no repararon en Lily a unos cuántos metros de ellos. La muchacha venía dispuesta a pasar un tiempo a solas con Severus. Rápidamente, se topó con el primer problema. La sonrisa de Lily se congeló. Ya no era como antaño que solían los dos acompañarse en el viaje a Hogwarts. Fue en este quinto año, que Lily recuerda haber sido presentada a Regulus Black y Barty Crouch en el tren. Snape ya no era el mismo solitario de siempre.

—¡Lily! ¡Ven, no te quedes atrás! —exclamó Marlene—. Mary acaba de conseguir un compartimento para nosotras.

—Pero, Severus...

—Puedes saludarlo más tarde, vamos —dijo mientras le jalaba de la muñeca.

Por otro lado, Severus y Regulus se habían encontrado con Barty, quién no los había soltado del cuello desde que los había visto.

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⏰ Última actualización: Oct 04 ⏰

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