[ Capítulo XIX ]

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Severus había llegado a disfrutar las salidas a Hogsmeade desde que Regulus y Barty habían comenzado a acompañarlo. Si era sincero, todo era más satisfactorio al lado de ellos. Incluso si no tenía galeones para consumir, podía disfrutar de la salida debido a sus ocurrencias y pequeñas charlas.

Este día no era la excepción. De hecho, no podía mejorar pues gracias al problema que Black había comenzado—ocasionando que Rosier y Dickinson se molieran a golpes como unos simples muggles— quedó castigado sin autorización de ir a Hogsmeade hasta nuevo aviso. Por supuesto, no era tan ingenuo como para creer que acataría esa orden, pero cabía la esperanza que...

—¿Ese no es tu hermano, Reg? —preguntó Barty. Este bufó mientras negaba con la cabeza—. ¿No lo habían castigado por lo ocurrido en pociones?

—Lo está. —Levantó los hombros—. No sé cómo habrá logrado escaparse.

Severus entrecerró los ojos hacia las siluetas que caminaban en dirección a Hogsmeade. Eran el grupo de idiotas conformado por Pettigrew, Lupin, Black y Potter a la cabeza. Lucían casuales y teniendo una charla relajada, pero era obvio para Severus que la tensión en los hombros de todos, se debía a que se mantenían alerta de que alguien equivocado reconociera la presencia de Black.

Pettigrew miraba a los aldeanos con un grado preocupante de nerviosismo. Sino fuera porque Snape conocía al miserable desde siempre y sabía que esa era su reacción natural frente a los planes de su problemáticos amigos, él creería que estaba a punto de sufrir un colapso. A su lado, Lupin no la pasaba mucho mejor. Los hombros los tenía tensos y movía su nariz como un animal queriendo oler el peligro, pero al menos lucía mejor semblante. 

Potter, por otra parte, apretaba una especie de capa larga y vieja, mientras sonreía a la gente pasar de forma repugnante. Él lo hizo mucho mejor que los dos restantes, pero nadie le ganaba al mismo Black, que era básicamente el meollo del asunto.

El hombre aparentaba una despreocupación envidiable. Severus podía ver ese nivel de desfachatez Black porque lo había vivido cientos de veces desde que ingresó a Hogwarts. Black no creía en nadie. Se regía en base a sus propias reglas y como no le importaba ser políticamente correcto, las bromas lograban salir sin percances.

Incluso cuando el profesor Slughorn le restó cincuenta puntos a su casa, y otros 10 por ser el autor intelectual del hecho, Black no tembló ni un segundo en saludar galantemente a la señoritas de Ravenclaw que iban en sentido contrario a ellos. Severus estaba seguro que Black creía que tendría a sus amigos para sacarlo del apuro.

—Cínico —murmuró entre dientes, con una molestia desconocida en sus entrañas. 

—¿Decías algo, Sev? —preguntó Barty, mientras colgaba su brazo alrededor de su cuello.

—No...

Iban en dirección a las Tres Escobas o al menos así fue en un comienzo. Con la llegada de Lily y sus amigas, el plan cambió. Arreglándose un poco la mata desastrosa de cabello que tenía, Potter no perdió oportunidad y las siguió, ocasionando un acto en cadena en los demás, quienes siguieron sus pasos con menos entusiasmo.

—¿Qué dices, Sev? —La voz de Barty interrumpió el tren de sus pensamientos—. ¿Las Tres Escobas te parece un buen plan?

—Vamos —respondió, ahora que podía asegurar que Black no estaría allí.

—¡Perfecto! Ya tenía ganas de una cerveza de mantequilla. 

—Por fin un día de descanso... —expresó Reg con alivio, mientras a su lado, Severus se mantenía en silencio. 

James lo sabe [Snirius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora