[ Capítulo XLI ]

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Kreacher casi muere de preocupación al descubrir que su amo había enfermado. Severus pudo ver el resentimiento tiñendo sus ojerosos ojos cuando acostaron al chico en su cama. Su mirada los apuntó como los principales culpables todo el tiempo que decidieron acompañarlo.

Sirius hizo oídos sordos. Acostumbrado a la insolencia del elfo, solo se limitó a darle órdenes.

—Un malagradecido, trayendo a la sangre sucia a esta casa...

—Kreacher, ya cierra la boca —dijo Sirius entre dientes, apretando la mandíbula.

—Ahora también ha enfermado al pobre amo Regulus...

—Su fiebre ha bajado y no veo que hayas tenido que ver con eso —respondió Sirius bufando—. ¿No podrías ser un poco más agradecido?

En respuesta, la criatura gruñó. Su discurso no le llegó ni un poco.

—Kreacher cree que el amo Sirius solo ha traído desgracia a la familia —dijo refunfuñando—, y ahora también quiere llevar al amo Regulus por el mismo indigno camino. Mi querida ama sabrá de esto. 

—Para empezar, no le dirás nada a mi madre. No te dejaré ver a Regulus si lo haces —dijo en tono amenazante—. Segundo, con decírselo solo provocarás que lo castiguen de nuevo, así que, si sabes bien lo que te conviene, te callarás.

Su argumento dio el efecto esperado. El elfo los miró por última vez de manera desdeñosa y luego se alejó murmurando insultos inteligibles pero que ya no eran muy claros para el oído. Se quedaron observando el pasillo.

—Criatura horrenda —masculló Sirius mientras apretaba los puños—. Seré feliz el día en que corten su cabeza.

A su lado, Severus lo miró con suspicacia. Aún le parecía curioso la diferencia que hacía el elfo con ambos chicos. Incluso solo estando unos días aquí, podía ver la adoración con la que Kreacher servía a Regulus y el recelo con el que trataba a Sirius. Aunque se daba una idea de dónde provenía tanta enemistad, todavía sentía que era muy audaz de su parte insultar a un amo de la familia que había servido por años y más si era sangre pura.

Perdido en aquellos pensamientos, no notó el silencio que acaeció cuando por fin quedó a solas junto a Black. Al darse cuenta, la incomodidad volvió, no sintiéndose tan seguro como antes. Sin dar ningún aviso, decidió que caminaría hacia su habitación.

De pronto, un jalón en su muñeca lo hizo detenerse. Con rapidez, los dedos ajenos se envolvieron en ella.

—¿Qué haces Black? —exclamó en tono sorprendido.

Su primer impulso fue soltarse, más Sirius no lo dejó.

—Solo quería agradecerte por ayudar a Regulus.

—No lo hice por ti —dijo entre dientes. La dificultad de mirar a Sirius se hizo más profunda—. Lo hice por-

—Por Regulus, sí —Asintió con calma, sin tomárselo personal. Sus ojos bajaron hacia la unión entre su mano y su delgada muñeca, y cambiando la fuerza con la que lo sostenía, deslizó sus dedos hacia su mano acariciándola.

Era una caricia tierna. La exacta medida de gentileza que hizo sentir a su corazón nervioso. El calor ajeno se impregnó en su piel. Algo aturdido, no alejó su mano demasiado rápido. Su mente comenzó a hacerse preguntas.

—Tu mano se siente muy fría —dijo Sirius, tomando con delicadeza la otra mano y cubriéndola con la suya mientras las acariciaba suavemente con la yema de sus dedos. Severus miró la acción, sin moverse.

En su mente, quería apartarse. Todavía seguía siendo impactante esta clase de trato por parte de Black que, por unos segundos, hizo que su cerebro se volviera más lento. La sensación era extraña. Su toque fue invasivo, pero Severus no lo alejó. Era nuevo que alguien quisiera tocarlo. Últimamente Black se había tomado muchas atribuciones y Snape las había dejado pasar. Tú le gustas. Alguien en el fondo de su mente murmuró, pero lo empujó lejos porque ese todavía no era un tema fácil. Teniendo en cuenta eso, no dudó en poner distancia.

James lo sabe [Snirius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora