—Vuelvo en un momento.
Un silencio ensordecedor se apropió de la sala de estar de los Snape. Severus recordó cómo había dejado este lugar la última vez y lo comparó con los cambios físicos que había hecho Thomas en ese tiempo. Ciertamente no era algo radical, pero al menos no tenía que caminar entre vidrios rotos o inhalar la nicotina de los cigarros de Tobías, que había hecho tanto mal a su madre. El alcohol también se había ido y el orden era impecable. En realidad, todo el desastre que Sirius y Severus dejaron atrás había sido removido en su totalidad. Nadie más que ellos recordarían o deducirían lo que habían ocurrido allí. Severus no podía estar más que agradecido con Tom.
—Entonces, ¿Cuánto tiempo nos quedaremos? —dijo Sirius con aquel tono latoso que utilizan los niños cuando quieren que su duda sea contestada de manera rápida y efectiva.
Iba a hacer una noche larga, pensó Severus.
—Lo que haga falta —respondió sin muchas ganas.
—¿Y eso cuánto tiempo es? —insistió de nuevo mientras posaba su mejilla en la palma de su mano. Sus ojos miraron el rostro de Severus buscando una respuesta honesta—. Digo, ya te vio sano y salvo, debería ser suficiente.
Severus puso los ojos en blanco. A veces se preguntaba por qué no había insistido más en venir solo que simplemente ceder a los caprichos de ese hombre. Quizás porque reconocía que la situación no era la mejor, con su padre loco por ahí suelto, y que tenía que darle un poco de razón a Black de sentirse preocupado al respecto.
Preocupado.
Todavía no se acostumbraba al hecho que esa palabra guardara relación con Black. Si ya era extraño encontrar que otros, que no eran Lily o su madre, se preocuparan por él, ahora añadir que esa persona sea Sirius Black era una de las cosas más irrisorias que podrían haberle ocurrido. Pero era así. De manera no irónica.
O al menos era lo que demostraba Black desde que las vacaciones habían comenzado. Severus había llegado un punto en su vida que no iba a cuestionarlo. Aunque tampoco podía hacer de vista la gorda sus acciones, que una tras otra, habían mermado en su opinión sobre el Gryffindor.
Lo cual lo llevaba a recordar lo siguiente...pensó mientras el espejo, aquel artículo que lo había sacado de problemas, venía a su mente.
—¿Snape?
Severus cerró los ojos con fuerza. Estaba comenzando a sentir una creciente migraña.
—Nadie te sujetando, Black —dijo entre aburrido y cansado—. Si quieres irte, vete.
—¿Y dejarte aquí a merced de que se aparezca tu padre? Ni loco.
—Entonces cierra la boca.
—Solo dime algo —dijo entrecerrando los ojos, mientras posaba el pico de su palo en el piso con fuerza—. El tal Augusto no tiene nada que ver en esto ¿no?
—¿Ah? —El malhumor se podía vislumbrar en su rostro. A su costado, Regulus no podía evitar ver venir otra escena de celos.
—Sí, tu amigo, el que se acaba de ir. —A Severus no le gustó cómo hizo sonar la palabra amigo. Se sentía atacado.
Dio un suspiro profundo.
—Empecemos de nuevo, Black —respondió molesto. Se masajeó la sien—. Su nombre es Thomas.
—Oh, sí, ya lo recuerdo —dijo cómo haciendo memoria pero su sonrisa maliciosa decía otra cosa—. Lo siento, mi mente es muy resbaladiza con los nombres.
—Lo sé de sobra. Por eso tú y Potter se inventaron el nombre Snivellus para mí ¿no? —dijo con sarcasmo.
Los ojos de Sirius se abrieron, y luego los bajó sintiendo algún tipo de arrepentimiento. No dijo nada. Severus supo en el momento en que lo dijo que iba a ocasionar alguna reacción. Lo que no se esperó fue que el remordimiento cubriera sus gestos. Algo no se sentía bien. En otra ocasión, aquella actitud se hubiera sentido como una victoria, incluso el antiguo Severus habría sonreído. Sin embargo, ahora sus emociones no eran las mismas. No estaba riendo en absoluto. Su expresión era plana, pero en el fondo culpable.
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James lo sabe [Snirius]
FanfictionJames ya está cansado de los cambios de humor de Sirius, y aunque muy profundamente sabe la razón de esa irritabilidad repentina y de sus momentos de ensimismamiento, no lo quiere aceptar. Su mejor amigo no podía estar enamorado de su peor enemigo.