Está listo para cruzar la fortaleza impenetrable del Nivel Superior. Va a adentrarse en La Élite. Va a destruir La Élite. Durante estos días han estado ideando un magnífico plan de ataque sobre el Nivel Superior. Los Inteligibles van a tomar sus calles por fin. Otros, entre los que se encuentra Maximus, van a adentrarse en La Élite como sirvientes infiltrados. Van a hacerse pasar por otras personas, porque sólo los seleccionados por La Élite pueden estar allí, de modo que utilizarán su arma más potente; la magia.
Todo esto no hubiera sido posible sin la ayuda de Siena. Espero que a ella también le vaya bien.
—¿Estás listo, Sebito?
La mirada gélida de Nequiel advierte preocupación cuando se cruza con la suya.
Quizá este sea nuestro último encuentro. Espero que todo salga bien y podamos librar al pueblo de la opresión.
En los últimos días, su odio hacia La Élite y a la gente que reside en el Nivel Superior en general, no ha hecho más que aumentar. Están racionando aún más la comida para el Nivel Inferior, además los Invisibles lo están atacando, incluso ha crecido el número de desaparecidos: se los siguen llevando a los campos. Algunos Inteligibles han ido en su rescate.
Nos están masacrando, y eso está haciendo que el pueblo despierte. Eso sólo está avivando el fuego de la revolución.
El presidente, Moshé Gedhighinks, no hace más que aparecer en diversos comunicados y atemorizar a la población. Asegura que se está desatando la ira del Dios Kilyan que recae sobre ellos con la extensión del hambre, la miseria y las desapariciones. Pide a los ciudadanos que sean conscientes de lo que están haciendo y que se unan al bando vencedor.
Todo es palabrería.
—Más que nunca —responde.
Nequiel le pone una mano sobre el hombro a Maximus, apretando los labios como si estuviera tratando de contenerse para no decir algo. Suspira y le da un abrazo venciendo todas sus barreras.
Es agradable el roce de las personas. Es bonito tener sentimientos.
Nequiel inmediatamente se separa como si estuviera arrepentido de lo que ha hecho y carraspea.
—En fin, no te metas en más líos de los que ya hemos acordado nosotros. Y acuérdate de todo lo que te he tratado de enseñar.
Maximus asiente con un nudo en la garganta.
Esto parece una despedida, y tal vez lo sea. ¿Quién sabe qué pasará en La Élite? ¿Quién sabe qué pasará en la ciudad? ¿Quién sabe lo que pasará con el destino del mundo entero? Lo único que sé con certeza es que está a punto de desencadenarse una guerra. Nuestra ciudad ya arde, aunque sin incendios. Pero sinceramente, espero que, con la ayuda de Siena, esto sea el final.
Maximus está descubriendo que siente un gran apego por su mentor.
Le debo todo lo que sé. Le debo mis pensamientos, mis sentimientos, lo más valioso que cualquier persona puede tener.
Quiere decirle algo, pero no le salen las palabras, así que se gira para montarse en el camión que los acercará a la frontera con la ciudad.
—Estoy orgulloso de ti, Sebito.
Su voz es casi un susurro que se quiere perder entre los murmullos del viento, apenas se oye, pero lo ha dicho. El joven le sonríe al tiempo que asiente.
—Gracias por enseñarme tanto, te deseo mucha suerte.
—Igualmente.
Antes de despedirse de Phoebe, se sube al camión, se sienta y cierran las puertas. Se pone en marcha y ya no hay vuelta atrás.
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Sombras del tiempo
Fantasy«Tres historias. Dos mundos. Una guerra. Un solo vencedor.» En Carena, un mundo gemelo a la Tierra creado por diosas para corregir los errores de la humanidad, la paz se ve amenazada por una guerra sin precedentes. Siena, una joven princesa atrapada...