Los Invisibles sobrevuelan la ciudad luchando contra los Inteligibles en una guerra que debe acabar hoy. En cuanto a nosotros, a pesar de la lluvia de balas sobre nosotros, hemos conseguido atrapar al presidente y llevarlo hasta el ascensor.
—¡No os saldréis con la vuestra! —gritaba hacía unos momentos.
Suben hasta la última planta, donde los reciben algunos soldados más que les apuntan con sus armas, pero al ver que con ellos está el presidente no disparan. Pero sus rivales sí, así que ahora están solos en el centro de control de La Cima. Al fin.
Esta sala está llena de cristaleras a través de las que se ve la ciudad en toda su totalidad, por lo que pueden observar el cielo teñido con el negro de los mantos de esas criaturas salidas del infierno. La habitación está llena de paneles de control, pero se dirigen a una mesa central.
—¿Ahora qué haréis? —se ríe Moshé Gedhighinks—. No pienso desconectar las vallas, ni cortar el suministro. Los Invisibles llegarán de un momento a otro.
Ante estas palabras Maximus lo agarra del cuello con una fuerza que no sabía que poseía para golpear su cabeza contra la mesa varias veces. La sangre comienza a brotar. Entonces nota una mano apretando mi hombro.
—¡Maximus! ¡Para! ¡Lo necesitamos! —dice una voz conocida detrás de él.
Logra encontrar la calma, así que se detiene. Suelta al presidente. Utiliza su mano para acceder al sistema de control, y con la ayuda de Valentina lanza una emisión en directo de lo que está aconteciendo. Ahora mismo la cara del presidente Moshé Gedhighinks está siendo retransmitida por toda la ciudad.
—¡La ciudad está siendo tomada! ¡Luchad! ¡Defended lo vuestro! —dice.
Valentina le dispara en la pierna. Cae al suelo aullando de dolor, maldiciendo. La chica lo levanta, se queda junto a él, intentando encontrar la forma de desactivar las fronteras de la ciudad. Entonces encuentran en uno de los ordenadores algo que les llama la atención. Ahí está la clave. Valentina coge la mano de Moshé Gedhighinks, y la aprieta contra la pantalla, autorizando la acción.
—¡Sois libres! —decimos al unísono para que todo el mundo en la ciudad los oiga, cruzan las miradas y añaden en un susurro—somos libres.
Ya nadie elegirá nuestro futuro por nosotros. Tomaremos el camino que nuestro corazón nos guíe. O al menos eso creemos.
Entonces el presidente usa las pocas fuerzas que le quedan para darle un codazo a Valentina, cuyas emociones la han traicionado por primera vez. Le retuerce el brazo, arrancándole la pistola de la mano. Antes de que pueda hacer otro movimiento Maximus aprieta el gatillo de su arma. Queda sorprendido al ser consciente de que ha acertado. El estómago del presidente comienza a sangrar, pero Maximus vuelve a disparar cuando ve cómo aprieta el gatillo aún desangrándose.
Una bala se dirige hacia Maximus. No puede ver nada más. No puede hacer nada más. La pierde de vista. Todo está en negro y el negro se ve consumido por el blanco.
Nada de lo que conocemos existe ya. ¿Existe realmente la libertad? No para mí.
Pero al final, creo en algo y me voy en paz porque he reído, he sentido y he luchado.
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Sombras del tiempo
Fantasy«Tres historias. Dos mundos. Una guerra. Un solo vencedor.» En Carena, un mundo gemelo a la Tierra creado por diosas para corregir los errores de la humanidad, la paz se ve amenazada por una guerra sin precedentes. Siena, una joven princesa atrapada...